miércoles, 9 de abril de 2008

MANOLO TENA

Manolo Tena nació un 21 de diciembre de 1952 en el barrio madrileño de Lavapiés, hijo de padres humildes y de origen extremeño. No tuvo una niñez fácil pero tampoco fue tan rebelde y transgresor como llegaría a convertirse después. No quiso estudiar y, desde muy joven, se puso a trabajar : fue botones, aprendiz de imprenta, dibujante, vendedor, camarero, etc. Con su primer sueldo se pago su primera guitarra de palo.

Sus siguientes ingresos los invirtió en libros y discos, dando poco a poco forma a su creatividad y reforzando su rebeldía. Como buen aficionado al cine, fue a los catorce años cuando descubrió en una película de Los Beatles a John Lennon. Era todo lo que él quería ser : buen músico, excelente compositor, con una imagen especial y, sobre todo, rebelde y enfrentado al sistema.

Vivió su adolescencia captando todo lo que ocurría a su alrededor, buscando la otra cara de la vida influído por Frank Zappa, por la estética y musicalidad de Lyndsay Kemp y, más tarde, por todos aquellos estímulos artísticos que llegaron con la democracia. Mientras tanto aprendía a tocar la guitarra, el bajo y algo de piano fijándose en los acordes cuando iba a los conciertos y ejercitándose con las canciones de John Mayall. En aquel Madrid comenzaban a sonar las voces de Living Theatre, de Roy Hart, del grupo Tábano y Las Madres del Cordero, de Ray Collins, de Salvador Távora, de los poetas de los 70 ... y se paseaban los primeros artistas del cambio. Aquel joven poeta neoromántico tomaba apuntes de lo que sucedía en los rincones de Madrid descargando, allí donde le dejaban actuar, sus creaciones proscritas con ecos de creadores internacionales.

En sus comienzos, empezó a actuar con el seudónimo de Lolilla Cardo cantando temas sociales con sarcasmo. Luego paso a tocar con bandas underground como Spoonful. También llegaron ocasiones de colaborar con Luis Eduardo Aute para su álbum Babel (1975). Dos años después colaboró en el Laboratorio Colectivos Chueca compuesto por personajes inquietos de la escena madrileña. Y del deseo de hacer algo por sí solo, nació su primer grupo: Cucharada. Fue la primera experiencia que hubo en España de fusión del rock and roll y teatro, con un look estrafalario que dio pie al lema del grupo: la entronización del harapo. Era un grupo tan escénico como musical, cada pasa", "Sal y Limón", "Tocar Madera", "Loco por Verte", "Desnudo bajo las lluvias", "Llévame hasta el Mar", "Por Derecho". Después de tres años, regresó con un nuevo trabajo "Las Mentiras del Viento"(1995) con canciones que muestran la soledad y el desamparo, transformándose en temas densos y dolorosos con un lenguaje poético profundo: "A tu lado", "Pensándote", "Bolero´s Way", "La ciudad de nunca jamás", "En el Rompeolas", "Por tu amor", "El único habitante de la luna", "Una canción para tí", "Las mentiras del Viento", "Todo el mundo quiere". Sabía lo que le esperaba cuando apareciera su siguiente trabajo, aún sin apagarse los ecos del primero. La crítica fue dura, y la respuesta...la esperada. Pero él, regateó la adversidad premeditada, y dejó que la corriente de la crítica vulgar corriera por sus espaldas sin calarle en lo más mínimo.

El resultado representó un bajón respecto a Sangre Española, pero aún así vendió más de 80.000 copias, lo que no es ni mucho menos un fracaso. "Juego para dos" (1997) está dedicado a la vida y al amor: "Tierra Salvaje", "Juego para Dos", "Te Deseo", "Lo prometido es Duda", "Me busca y me captura", "Sueño Latino", "Fue sólo un error fatal", "Abismo en tu piel", "Doctor Amor", "Sheriff de tus labios rojos", "La Carta". Y después de esta trayectoria, nada más justificado que editar un doble álbum donde se dan cita todos los grandes temas que conforman una carrera excepcional de un autor único como es Manolo Tena: "Grandes Exitos Y Rarezas" (1998), conteniendo sus mayores canciones desde su álbum "Tan Raro" hasta "Juego para dos". Un total de 31 canciones. El álbum contenía, a parte de canciones legendarias por todos conocidas, medio-rarezas que van desde temas como "Tan raro" hasta "Comida para perros". Tres años después, con “Poetas En Nueva York, Manolo Tena logró meter a Federico García Lorca entre la maraña intestinal del lenguaje disparatado, rítmico-urbano, descastado, desclasado y protestón que utilizan los negritos neoyorquinos. Por el túnel del tiempo, de ese tiempo que Federico no necesita porque es intemporal, Tena presentó una cara distinta del poeta Andaluz. Una faceta que adivina con fino olfato el creador, en los versos neoyorquinos. Y es que Manolo Tena, con sus altibajos, siempre ha estado aquí y promete seguir estando durante mucho tiempo, bien componiendo éxitos para otros artistas o escribiendo sus propias canciones.

Estas composiciones son la mejor demostración de una carrera marcada por el talento que indican un punto y seguido en la trayectoria de un artista maduro y genial.


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