jueves, 15 de mayo de 2008

LAS PALABRAS PERDIDAS



A veces como hoy me levanto como sobresaltado en una pesadilla que explota mi cuerpo y lo hace estallar hacia la medianoche, a veces siento que camino por un laberinto dando vueltas alrededor de algún objeto valioso cuyas palabras anhelan mi corazón y mis ojos no pueden descifrar. Yo estoy ahí, subiendo unas escaleras inverosímiles como de goma espuma que flaquean mis fuerzas, y excitan mi corazón.
A veces parece que hasta me exhibo, lo puedo notar en los ojos de los demás pero al final solo hallo descanso en un precipicio desde donde mi soledad saluda todo lo que parece asecharte pero que quizás no asecha, lo que parece calmarte pero que quizás no calma, lo que parezco desear pero que quizás no deseo.

Me distraigo pensando en esas letras que formarían esas palabras que darían un sentido a mi vida, esas letras que quizás nunca pueda recomponer, y ya por distraerme miro hacia abajo y veo la fiesta desde arriba, una mirada perdida en la camarera del bar con una media sonrisa que me sugieren tonos de violeta mustia o la expresión tímida de aquella muchacha que ahora cruza el pasillo por encima de la pista con un vestido rojo que parece de época y que trae esencias de discotecas de domingos perdidos en pueblos adyacentes a la ciudad, algunos chicos que bailan en la pista con aire desenfadado aún con la copa en la mano sin duda buscando noches largas que den lugar amaneceres de domingos tranquilos, cojo el mando a distancia y hago stop, en este momento esta historia ya me la conozco, la cara del portero frente a la puerta no logra darme ninguna pista tampoco la turbulencia de las aguas cuando caen en cascada hacia la gran fuente del interior de la pieza.
Odio ver las cosas por segunda vez, pero ésta segunda vez la creo necesaria para revisar si todo fue una intuición de que algo sorprendente e importante estaba cerca, que casi como que lo rocé, lo intuí, pero nuevamente se me escapó, dejándome esa sensación áspera del melocotón prematuro antes de sazón en mi garganta, esa sensación de subir hacia la cúspide pero a sabiendas de que algo en tu interior intuye que tiene un reverso opuestamente hacia abajo. Ese algo está ahí. Lo sé aunque no pueda verlo.

OSCAR

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