domingo, 10 de enero de 2010

LA VIDA EN IMÁGENES



A lo largo de nuestra vida, vamos tejiendo un tul de recuerdos, un halo en el que se proyectan vivencias, momentos culminantes que nos quedan grabados de manera indeleble por su trascendencia o por el impacto vital que nos provocan, pero hay otros pequeños instantes que permanecen en nuestra memoria de manera perenne sin saber exactamente el motivo.


Guardamos recuerdos de nuestra más tierna infancia, flashes en blanco y negro que se conservan como fotografías en el álbum de la vida sin saber porque estos y no otros fueron los elegidos. Todos hemos pasado por algún momento crucial en el que nos afirmamos que estamos soñando, que esto no puede sucedernos a nosotros, momentos en que nuestra consciencia se niega a asimilar y se defiende intentado guardarlos en archivo de las quimeras.


Otras veces, queremos grabar un instante para la posteridad, pero a los pocos días, se desvanece como un dibujo sobre la arena de la vida. ¿Cómo funciona el mecanismo de selección en nuestro cerebro? nadie lo sabe, pero se supone que un sistema de autodefensa se encarga de seleccionar los recuerdos que deben perdurar y los que deben ser eliminados de nuestro archivo vital, siempre en función de nuestro carácter y de las circunstancias en que nos acontecen.


Es muy importante memorizar instantes irrepetibles, paisajes idílicos donde refugiarnos en los tiempos difíciles. Palacios de la memoria en los que acogernos cuando la realidad se hace demasiado dura y necesitamos respirar el aire fresco de aquellos momentos mágicos en que por un capricho, la vida se nos brindó en cueros.


Conforme vamos avanzando por el camino, al volver la vista atrás, la película de la vida se nos muestra en todo su metraje. Saber hacer el montaje correcto es fundamental para que el resultado merezca ser conservado por encima del tiempo y que su visión nos reconforte para llegar a la meta con la mirada limpia y el corazón despejado.

JUANMAROMO

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