viernes, 23 de abril de 2010

LA DIADA DE SANT JORDI

Sant Jordi, espejo de un país

  1. Coincidimos en sentirnos parte de una identidad diferenciada en defensa de intereses comunes

 SILVIA ALCOBA
ERNEST Benach.
Si, como suele decirse, la cultura es el alma de los pueblos, la Diada de Sant Jordi es un reflejo significativo de lo que somos. Somos catalanes, una nación dinámica que avanza entre las propias contradicciones.
La Diada de Sant Jordi es una fiesta que celebramos sin dejar de trabajar. Una fiesta que se vive desde la individualidad, desde el terreno personal, con la acción del regalo de la rosa y el libro como momento central de la celebración. Esta muestra de estima íntima es lo que la hace singular, pero, paradójicamente, la fiesta adquiere su significado por su dimensión social, por el hecho de que es vivida por todas y todos en nuestras ciudades, en nuestros pueblos.
Lo que la hace especial son las calles inundadas de rosas; son las paradas de libros con los autores firmando sus ejemplares, convirtiéndose en merecido centro de atención; es el entusiasmo de miles de jóvenes intentando ganar dinero por una causa social o un viaje de fin de curso, o el de personas emprendedoras que intentan conseguir unos euros más para llegar a fin de mes; son los libros escritos en lengua catalana que serán leídos los próximos días; es la alegría y la sonrisa compartida de millones de personas; son las parejas que, abrazadas, pasean su sentimiento. Es el contagioso entusiasmo de una nación viva.
Y es también la idea de libertad. Decía el president Companys que "Catalunya y la libertad son la misma cosa", y por Sant Jordi se convierte en presente un ideal de Catalunya, ya que el amor y la cultura no conocen otro territorio que la libertad.
Es una fiesta singular que cobra fuerza por su pluralidad, que cada uno vive a su manera y se la apropia hasta convertirla en una fiesta de todos, en la que nadie se siente excluido. Año tras año evoluciona, como evoluciona nuestra sociedad, pero mantiene su esencia, que hace de ella una fiesta de país, que la convierte en motivo de orgullo de los catalanes.
El 23 de abril tiene una significación especial porque es nuestro día de los enamorados, nuestro día del libro, y constituye una parte fundamental de nuestra identidad como personas, como sociedad y como nación.
Asimismo, si existe un espejo que refleje la imagen de una sociedad, es inevitable que se refleje en él también el sistema político. En este sentido, entender el día del libro y de la rosa, su singularidad, su pluralidad y sus contradicciones permite al mismo tiempo comprender las singularidades, la pluralidad y las contradicciones del catalanismo político, más allá de las relaciones entre los partidos políticos que representan a la ciudadanía.


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