miércoles, 27 de octubre de 2010

ENTENDER NO ES OLVIDAR

 

Emma Riverola

Se hace casi imposible pensar que en el interior de un cura pederasta quizá hay un enfermo atrapado en el mandato antinatural del celibato. Cuesta creer que el joven israelí que humilla a una joven palestina es fruto de una sociedad que nació del terror y que sigue atenazada por este. Se nos revuelve el estómago tratando de encontrar un motivo por el que un hombre mate a su esposa y a sus hijos.


El mal nos horroriza, nos asquea, nos atemoriza. Asusta tratar de comprenderlo, porque tememos envilecernos con su contacto. Pero las fronteras entre el bien y el mal no siempre son precisas. A veces es necesario calzarse las botas, cubrirse con una mascarilla y adentrase en la ciénaga. Viajar a las tinieblas para tratar de entender su origen y sus cauces. En una sociedad donde es tan fácil la crítica, tan inmediata la condena, surge la duda de si sabremos tomarnos el tiempo para combatir las fuentes del mal.

Entender no es olvidar. Tampoco es perdonar. Hay que perseguir de forma implacable a los culpables de hoy. A todos aquellos que, de un modo u otro, abusan del más débil. Pero es necesario continuar trabajando para averiguar por qué una sociedad tan avanzada tecnológicamente sigue naufragando en los valores básicos del respeto, la igualdad y la libertad. Quizá no podamos perdonar a los monstruos, pero necesitamos saber por qué nacieron para tratar de no concebir más.

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