lunes, 3 de agosto de 2015

DAÑOS COLATERALES





Hay otras victimas colaterales en esta batalla por la supervivencia, y son las mujeres trabajadoras con hijos. El síndrome de la mujer quemada empezó a parecer en los años setenta, cuando las primeras mujeres se incorporan al mundo laboral esgrimiendo sus derechos como personas y ciudadanas. Empezaron muy jóvenes, eran idealistas y estaban bien preparadas, consiguieron, venciendo prejuicios, intereses bastardos, y zancadillas machistas, hacerse un huequecito en el escalafón laboral. eso si, siempre a la sombra del maromo de turno. 
El problema surge cuando esas jovencitas empiezan a tener hijos y tienen que desdoblarse o multiplicarse para cumplir en el trabajo y cuidarlos, algunas tienen a sus madres para cuidar a sus retoños, pero otras, se encuentran totalmente solas, pues por aquel entonces ( y ahora también), los padres pasaban totalmente del tema. 
El drama que suponía dejar a un niño con fiebre en casa con una canguro, solo lo saben las que han tenido que sufrirlo en su carne y en su espíritu, y luego las mil escusas en el trabajo, por llegar tarde, por faltar un día (muy grave tenia que ser el problema), mientras que el absentismo laboral de los hombres, sobre todo los lunes era muy superior. Esa tensión, ese estrés, ese sentimiento de culpabilidad fue haciendo mella en la salud física y mental de estas pioneras y en la actualidad, padecen lo que se denomina "el síndrome de la superwoman; agotamiento físico y mental, depresión, fibromialgias y fatiga crónica. 
Muchas de ellas, con los hijos ya criados y con una salud precaria, se ven arrinconadas en sus trabajos, y lo que es peor, por sus maridos , se les ha exprimido hasta la ultima gota, y ahora las arrojan a la basura, pero señores, maridos, empresarios, no canten victoria, que a todo cerdo, le llega su san Martin.

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