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jueves, 17 de marzo de 2011

NUCLEARES, UN DEBATE REALISTA


Tras el desastre nuclear en Japón, se han levantado multitud de voces airadas exigiendo el cierre de las nucleares, es una reacción lógica pero el tema es mucho más complicado de lo que parece.

En la actualidad solo hay tres fuentes de energía eléctrica que sean rentables y de producción constante, la térmica de carbón, la producida por el petróleo y la nuclear.
Las centrales térmicas son altamente contaminantes y están subvencionadas por la UE ya que su producción no es rentable económicamente, las centrales movidas a base de los derivados de petróleo, siempre expuestas a los avatares sociopolíticos y a los especuladores, además de la continua amenaza del agotamiento de las reservas, y por último la energía nuclear, en teoría la más rentable a largo plazo porque el uranio es relativamente abundante y no hay una dependencia de países conflictivos.
La energía hidráulica es puramente reguladora de flujos, la eólica es todavía muy cara y debe ser subvencionada por los estados para ser operativa, y la solar que además de cara es de una producción limitada.
Si los esfuerzos que se han hecho los últimos cinco años, se hubieran realizado hace veinticinco, a estas alturas el 80% de la producción podría generarse por energias renovables, pero por desgracia, no ha sido el caso, se calcula que se tardarán más de veinte años en conseguir una producción energética constante y rentable mediante la centrales eólicas o solares, ¿Qué hacemos mientras tanto?
Si queremos eliminar las centrales nucleares, la única solución realista es consumir de menos todo lo que estas producen, es decir más de 15% de la energía, ¿es posible hacerlo? y lo más importante, ¿estamos dispuestos a hacerlo?.
Se sabe que con una política energética adecuada, podríamos ahorrar en cada hogar más del 20% pero pese a los intentos de mentalización y las subidas de los precios, el consumo de los particulares continúa en ascenso.
La sustitución del alumbrado público y su adecuación supondrían también un ahorro importante, pero pocos ayuntamientos están en condiciones de asumir el coste que supone una renovación del parque luminario, de hecho, la bajada de intensidad de la iluminación en las calles a ocasionado protestas ciudadanas.
Solo una toma de postura seria y comprometida por parte de toda la sociedad nos permitirá eliminar la centrales nucleares, un cambio de mentalidad que suponga un ahorro global de un 20% del consumo. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?.
Cada vez que los ayuntamientos intentan imponer medidas para impedir la invasión de las ciudades por el automóvil, en previsión de la contaminación ambiental y el colapso circulatorio, se enfrentan con la oposición ciudadana, y dado que quien vota manda (en algunos casos) no se atreven a ponerlas en práctica o las retiran a poco de anunciarlas.


Pedir el cierre de las nucleares sin estar dispuestos a apagar las pantallas de 42 pulgadas, a limitar el uso del aire acondicionado, a controlar los teléfonos móviles y ordenadores, a  reducir la calefacción y a utilizar solamente el transporte público, es patalear sobre arenas movedizas. La solución es posible pero hay que tomar unas medidas drásticas que quizás no estemos dispuestos a admitir.
JUANMAROMO