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lunes, 23 de mayo de 2011

ES MÁS LIBRE QUIEN MENOS DEBE

 

Joan Barril 
 
¡Hoy será un día de alguna cara exultante y de muchas caras largas! Al fin y al cabo son humanos. Se trata de los políticos, esos a los que ahora se les están colgando todas las responsabilidades de la crisis. Los vencedores estarán convencidos de que llevan razón. Los perdedores se mirarán al espejo y pensarán: ¿por qué narices me metí en esto? Porque la vida del político es arriesgada. ¿Cuántas veces no han oído e incluso han dicho que todos los políticos son iguales? Mientras la política cuente con gente como el presidente valenciano Camps, realmente no se ha inventado insulto peor para un político en activo.

¿Son todos iguales? En parte sí. Todos son igual de débiles. Hubo un tiempo en que encarnaron el poder y hasta las fuerzas armadas se cuadraban -como hacen hoy- a su paso. Pero una cosa es un general de división y otra muy distinta un banquero. Porque los militares dan miedo, pero los banqueros dan crédito. Y cuando un partido en el poder debe sus créditos a una entidad bancaria, ¿cómo va a legislar en contra de sus intereses? Deber es sinónimo de ceder. Y solo se debe a aquellos que más tienen y que más quieren tener. Por eso los gobiernos y las oposiciones saben que tienen barra libre en la banca y no van a molestarles si quieren continuar jugando a salvar el país.
Esa gente que se ha reunido estos días en las plazas ha demostrado que son más lúcidos que los asalariados tácitos de los banqueros dichos también políticos. Pero los participantes del juego financiero se ocultan en su anonimato y dejan a los políticos en la primera línea para que la gente indignada les lance tomates. Cada día me extraña que las entidades bancarias conserven todavía sus lunas intactas y que nadie haya respondido a sus abusos con la violencia. Será que el sentido común es lo más parecido a la llamada democracia real. Ahora se habla de que los indignados podrían convertirse en partido político organizado. Organizados ya lo están, pero ¿están dispuestos a inmolarse como líderes? ¿Podrán conseguir algunos votos ante la fuerza imparable de los créditos del sistema? Han demostrado que no todos los políticos son iguales. Los indignados ya han vencido. ¿Y ahora qué?