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viernes, 4 de marzo de 2011

"Cuando a una persona se la reconoce, crece"

Saturnino de la Torre, catedrático de Didáctica e Innovación Educativa en la UB

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet
 
Foto: Llibert Teixidó
Lo mejor de uno
Empezó siendo profesor de primaria y de bachillerato hasta que entendió que a quien había que formar era al profesorado. Ha sido coordinador del Grupo de Investigación y Asesoramiento Didáctico, promotor de la Red Internacional de Creatividad y presidió la Asociación para la Creatividad. Toda su vida ha girado en torno a la innovación educativa, la creatividad y su estimulación, con más de cuarenta títulos publicados. ¿Educar es sacar lo mejor de cada persona¿, asegura. Para él, nunca es tarde para aprender a vivir y a relacionarse, por eso impulsa el III Forum Internacional Innovación y Creatividad. La adversidad como oportunidad (sidtransdiciplina@yahoo.es).
¿Qué aprendió como maestro?
Lo importante que es el cariño, el trato, el generar confianza... Transmitir al alumno la idea de que crees en él.

¿En todos?
Todo alumno tiene al menos una capacidad que le hace sobresalir; debemos ayudarle a encontrarla, porque cuando a una persona se la reconoce, crece y se entrega al aprendizaje. La ciencia nos está demostrando que pensamiento y emoción están unidos, así nace un nuevo concepto...

Sentipensar.
No hay ninguna acción humana, dice el biólogo Maturana, sin una emoción que la establezca y la torne posible como acto. Tanto el pensar como el actuar ocurren en el espacio determinado por las emociones.

¿Y cómo se lleva a las aulas?
Siendo conscientes de que se aprende con todo el cerebro. Palabra, imagen, música, símbolos, se refuerzan unos a otros.

¿Eso significa que hay que relacionar la música con las matemáticas y la lengua?
Sí, se trabaja con proyectos integradores de varias disciplinas, se incorpora la vida en el aula.

¿Y qué conseguimos con eso?
Hasta ahora nuestra educación ha estado basada en contenidos empaquetados y el alumno se ha alimentado de este tipo de comida.

No suena muy bien.
Es necesario otro tipo de alimentación que les ayude a desarrollar competencias, conocimientos, habilidades, actitudes, valores... Estamos formando a la persona, al ser.

Cuénteme sus experiencias.
Hay jóvenes que han llegado al bachillerato sin sentir ningún tipo de emoción hacia el conocimiento, sencillamente porque hemos sacado la emoción de las aulas.

Puro trámite para el futuro.
Así es. Hay que cambiar la conciencia, en la educación hacen falta reformas de base, de visión, darnos cuenta de lo importante que son los valores, las relaciones. Mi función no es enseñar, sino hacer que el alumno aprenda.

Está claro que algo falla.
Hemos pasado por cuatro grandes etapas en la educación. En la era agrícola el fundamento de la educación eran las creencias. En el siglo XVIII vino la industrialización y con ella la instrucción, el conocimiento de la ciencia. En los años ochenta aparecen las telecomunicaciones y pasamos de los conocimientos a las competencias, del creer al tener: conocimientos, riqueza, poder...

¿Y ahora?
Estamos en el saber hacer, y debemos educar para ser. Simplificando mucho, educar es sacar las capacidades y la bondad que hay en las personas. En todo ser humano hay creatividad y hay bondad, ¿por qué no tratar de compartirla?

La creatividad es uno de sus temas.
Treinta y ocho años de investigación. En la infancia tenemos un gran potencial creativo que luego queda dormido y emerge, en el mejor de los casos, ante la necesidad, ante la adversidad. ¿No sería mejor incorporarlo como herramienta desde la infancia?

¿Cómo?
Eso es lo más fácil: hay que dejar hacer. El 95% de los alumnos son creativos y sólo lo son el 5% de los adultos, ¿Qué ha pasado?

¿Se ha perdido por el camino?
Sí, por los patrones cerrados de la educación y de la sociedad. El alumno tiene capacidad de crear ideas, de inventar, de vibrar, de emocionarse. Y la emoción es el patrón más importante para que la creatividad emerja.

¿Y para mantenerla a flote?
Favoreciendo su expresión y educándola de acuerdo a las edades: en la primera infancia se expresa a través de la fantasía; en la edad escolar, en la aventura y la incitación al descubrimiento; en la adolescencia, en los retos, y en la juventud, en la búsqueda de las innovaciones y la proyección social. Y se trabaja a través de proyectos integradores.

¿Y cuál es la esencia de esos proyectos?
El camino es crear las condiciones para que emerja la creatividad en ellos y aplaudirla. Si un alumno interviene con algo creativo hay que aplaudirle literalmente. La sensación que siente por ese reconocimiento de su profesor y compañeros es imborrable. Si reconoces una cosa pequeña, se multiplica.

Creatividades hay muchas. ¿Qué hay que aplaudir?
La creatividad debe llevar valor, salir de sí para que el otro se beneficie, y cuando los demás reciben eso y se emocionan, y sienten y les toca, la creatividad se contagia y se multiplica. Se trata de crear habilidades, actitudes, hábitos, competencias básicas.

Entiendo.
Hay que formar en la flexibilidad, que es uno de los valores importantes junto a la adaptación de la creatividad, quien los ha asumido no tendrá fracasos porque será capaz de mudar, de adaptarse a situaciones.

... Condición para la felicidad.
Se trata de crear un escenario más que un aula, de utilizar toda clase de recursos que tengan un componente emocional. Detrás de cada gran idea hay una emoción, una profunda pasión, un deseo, una necesidad de hacer y de comunicar.

¿No le pedimos demasiado a las aulas?
Cuando estoy enseñando matemáticas, con mi manera de hacer estoy transmitiendo unos valores implícitos. Cuando tomo conciencia de ellos y los hago explícitos toman un valor mayor: el del sentido.