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viernes, 13 de agosto de 2010

Hispania preislámica y el mito de la invasión arabe

  
Los romanos llamaban en su expansión imperialista y colonizadora, a los nativos contra los que luchaba para conseguir sus propósitos bereberes o bárbaros, así la etnia ibera tanto de la península hispánica como de la africana (la misma según la antropología moderna), pasó a ser por “oposición” ¡bárbaros!
Como la historia es siempre contada por el vencedor, los datos que el ignorante dispone hoy en día, en general, son precisamente esos datos “corrompidos” por unos intereses que encima hoy, son obsoletos y no comprendidos desde “otra cultura moderna”
Cuando se habla por ejemplo de Al-Andalus y de la famosa invasión del 711 en Hispania, por parte de bárbaros africanos, se comete un error de interpretación y comprensión de la misma historia.
En general y es curiosa la anécdota, en África se identificaba como bereber, precisamente a todo aquel que no es negro (Bertholon y Chantre en sus colectivas Recherches anthropologiques dans la Barberie orientale. Lyón)
Los bereberes o bárbaros salvajes, contra los que tuvo que luchar Roma (aun mas bárbaro), pertenecen al denominado pueblo Amassur de procedencia Georgiana-caucásica, de pueblos semitas en general y mas particularmente “camitas”, asentándose hace más de diez mil años en el territorio peninsular hispánico bajo el nombre que los romanos daban a este territorio “Iberia”, por tanto se les llamó íberos, debido a un encuentro dialéctico-cultural de la influencia griega en dicho territorio. Mientras que los mismos grupos afincados en África, fueron denominados simplemente como bárbaros o bereberes. En general el término es totalmente falso en ambos conceptos, y la, llamémosle, etnias principales de la época bien podríamos denominarlas de formas genéricas, como Ibero-bereberes o incluso como pueblos amazighen, de igual procedencia y cultura, tanto la hispánica como la africana.
Si consideramos la época del siglo VIII, nos encontraremos con la sorpresa de que parte de este norteafricanismo y la propia península hispánica (totalmente vertebrados, por cierto) pertenecían a un común territorio a nivel político e incluso religioso. Por ejemplo Tánger, Tetuan etc, pertenecían de facto a lo que llamaremos en un intento de entendimiento general (entonces no existía tal denominación) a España, por tanto tan españoles como un granadino, alicantino, valenciano etc.
Por tanto decir que un tal Taric entró en la península con tropas de naturales de este norte de África, es lo mismo que decir que este Taric (nombre excesivamente parecido a Alaric o Roderic etc, nombres como se ve visigóticos latinizados) era simplemente un visigodo-ex-vándalo, que es la verdadera amalgama de ese norte de África de la época; seguramente el tal Taric hablaría latín tardío preñado de púnico y griego, justamente lo mismo que en aquella época se hablaba también en la que hoy consideramos España, y por supuesto de árabe nada de nada.
Bizancio, en la época, centro de cultura, denominaba a estos nativos españoles ( es decir peninsulares y norteafricanos de procedencia amassur) los barbaris prural de bárbarus, que en el griego bizantino pasa a ser barbaroi.
Por tanto cuando hablamos de “entrada” de africanos a la península en la famosa y mítica (por inexistente) “Invasión árabe del 711, hablamos de algo que jamás ocurrió y que pertenece a un mito impuesto en la mente colectiva de un pueblo “posterior” bajo unos intereses puramente religioso-políticos, pues mandase quien mandase dicho ejército, las tropas que entraron en España no eran bajo ningún concepto diferentes ni diferenciables de las mismas que ya se encontraban en dicho territorio. Misma etnia de diferencias religiosas arrianas, donatistas, católicas etc. Pero jamás en aquella época ni árabes ni musulmanes.
Sin embargo de forma totalmente tendenciosa se sigue, continuando con los intereses “condicionados” de ciertos elementos minoritarios, afirmando barbaridades como lo de la invasión árabe del 711 (algo que jamás ocurrió).
La cultura del momento histórico tanto en España como en el norte de África (igual territorio de la época) era bizantina, cultura que continuó desde Constantinopla hasta su caída en el 1453, ¡Casi ná!, coetáneo con el mismísimo Al-Andalus.
Se olvida ademas el tránsito migratorio desde el norte Africano hacia Hispania, por puro razonamiento económico dentro de un clima conocido como la “proto-cristiandad” dogmática, que enfrentó al catolicismo integrista nacido del Concilio de Nicea y a las innumerables corrientes consideradas (pero existentes) como heréticas.
Desde el 300 hasta el 700 son cuatro siglos de efervescencia dogmática, cristianización cismática, persecuciones, legitimidad de Roma (pasada indudablemente por Constantinopla) etc.
San Agustín escribía en púnico (variedad del griego), San Isidoro en esa Africa hispánica, por igual (herencias de Cartago) y bajo el signo de los Donatistas o circumcelloni. Y en ese orden de cosas olvidamos que el propio general, Conde Belisario, bizantino victorioso en el norte de África fue casi coetáneo con Mohamma (Mahoma), luego aún no era el tiempo del Islam, como equivocadamente nos quieren hacer creer, sino simplemente un intento de despegarse del poder de Roma, de su yugo, de lo latino (ajeno a las culturas regionales) e incluso del griego y de Bizancio.
Mienten descaradamente quienes afirman sobre la islamización de ese norte hispánico africano en dicha época, pues no solo entonces no se encontraba desarrollada dicha religión, no tenía aún un dogmatismo “reconocible”, aún no se había incluso, recopilado el Corán, y el mundo árabe se encontraba en cisma entre sunnies los chiies y jarichíes, no existía aún ningún ordenamiento jurídico (algo indispensable en cualquier movimiento expansionista o imperialista).
En aquella época a los supuestos árabes aun se les debe la simple imitación de leyes bizantinas-cristianas o judaicas. En Damasco o en Bagdad aun se crucificaba a los criminales por simple herencia del derecho penal romano, incluso se lapidaba a las adúlteras por simple recuerdo del derecho mosáico, sin embargo “no existe en el Corán, la lapidación”, y ¡ sí en la Biblia!
En aquella época distinguir a un musulmán de un arriano, donatista, nestoriano, monofisita etc, incluído en ello, a un judío, maniqueo (mazdeista) etc., era casi imposible, por mucha pretensión que tengan los propagandistas de unos supuestos ideales nacionales cristianos, similares o demás.
La islamización “posterior” y siguiendo las pautas culturales de esa época expansionistas y migratoria ocurrió lentamente durante tres siglos posteriores a aquella inventada “Invasión”. Sí se puede hablar de una España musulmana en mayoría (y totalmente nativa), a partir del siglo IX y X.


dr-akbaricus