Mostrando entradas con la etiqueta REFLEXIONES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta REFLEXIONES. Mostrar todas las entradas

sábado, 31 de marzo de 2012

EL ARBOL DE LA VIDA

 

NO DESESPERES SI TU VIDA SE MARCHITA....




PORQUE TRAS EL INVIERNO, SIEMPRE HAY UNA NUEVA PRIMAVERA

jueves, 6 de enero de 2011

INVENTARIO Y BALANCE








Han pasado Los Reyes, y como mis peticiones se extienden a lo largo del tiempo, voy a hacer el recuento de los juguetes y el carbón que me dejaron el año pasado.
Hace siglos que siempre les pido lo mismo, paz, amor y salud para todos, sabiduría y entereza para soportar con dignidad las vicisitudes y un camino largo y en buena compañía. Haciendo balance veo luces y sombras, más carbón que chocolate y sobre todo un ápice menos de esperanza que al empezar el año.
Esta noche vieja, comentaba con Gloria, que tenía ganas de que acabara este “Año Horrible” por el que habíamos pasado, muerte de seres muy queridos, crisis, estrés, dolor y agotamiento, pero ella me dijo.
– ¿ Y todo lo bueno que nos ha dejado?, tenemos amor, nuestras hijas y nietas, conservamos el trabajo y buena parte de nuestra salud, ¿te parece poco lo que nos ha dado la vida?´-
Cerré los ojos y comprendí que tenía razón, que a pesar de los pesares, teníamos mucho más de lo que podíamos agradecer, que en el fondo éramos unos privilegiados, y que deberíamos dar gracias por todo lo que de bueno recibimos a diario.
Vivimos en una sociedad en la que todo nos parece poco, y que cuando lo tenemos todo, sufrimos de ansiedad porque no sabemos que desear, deberíamos aprender de otras culturas más unidas a “La madre tierra”, y agradecer cada soplo de aire que respiramos, cada bocado que nos alimenta, y cada amanecer que nos despierta a un nuevo dia.
La tierra, no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra, los animales y las plantas no son nuestros esclavos, son nuestros hermanos, y cada y cada instante de nuestro tiempo deberíamos dedicarlo a enriquecer nuestro espíritu y no a luchar por unas monedas que quizás necesitan mucho más otras gentes.
El año que viene, cuando haga inventario, espero encontrar la paz interior y la lucidez que me han faltado este año, y sobre todo la sabiduría para apreciar todo aquellos regalos, que sin ir envueltos en lujosos lazos, son en realidad los más valiosos. Esa misma petición la hago extensible para todos vosotros. Nada más pero nada menos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hacer excepcional lo cotidiano

 


Podría pasarme la vida recorriendo este único camino. No necesito más. Si hay algo que encuentro positivo en esto del transcurrir de los años de mi vida es que uno aprende con el tiempo a hacer excepcional lo cotidiano.
En algún sitio he leído: “el sabio viaja sin dar un sólo paso”. Probablemente lo dijo Lao Tsé -perdonen mi mala memoria pero normalmente no recuerdo muchas cosas-. “El sabio viaja sin dar un sólo paso”. Hay algo muy profundo en esta frase, pienso mientras contemplo un avión que sobrevuela los campos a gran altura. Hace años necesitaba atravesar los Picos de Europa con mi bicicleta, hacerme más de mil kilómetros al mes o rodar a una media de treinta kilómetros por hora en un endiablado día de nieve y viento y aún así nada de todo aquello me parecía suficiente. Ahora suelo dar un tranquilo paseo en bicicleta, pero cuando regreso a casa me traigo un universo repleto de pequeños detalles.
Hace unos días me paré a observar una bandada de patos posada en el agua del río. La soledad y el silencio del lugar eran algo perfecto, aquel era un momento especial. En medio del trajín de la vida diaria allí estaba yo, un día cualquiera de mi vida, a solas con los patos, a solas con el río -ese río maltratado por la civilización, envejecido y triste, pero también tan serio, tan sereno y tan lleno de paz-, mientras el mundo era un inmenso caos de guerras, dolor y destrucción. Sentí que era un privilegiado.
De pronto tuve la sensación de que alguien me observaba; me di la vuelta y allí estaba mi bicicleta. Puedo jurarles que me miraba de una manera un tanto extraña. “Ya voy” -le dije-, me subí en ella y juntos seguimos el viaje. Un eterno viaje de tan solo una hora rodeados de pájaros, de patos, de cardos, de conejos... Ella, mi bicicleta, lleva poco tiempo conmigo, aún no nos hablamos, rodamos juntos, en silencio, pero ya va teniendo su alma y su carácter.

ANGEL PASOS
http://lacomunidad.elpais.com/undos333/2007/7/18/hacer-excepcional-cotidiano

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL ERROR MÁS GRANDE



El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.


No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente.

EL TUNEL DEL TIEMPO

A veces pienso que el tiempo es un acordeón, se estira y se encoje según la música que suena. Un tiempo lejano nos  parece ayer, y el ayer se nos antoja perdido en el horizonte. Hace unos días recuperé gracias a la red, a una antigua novia, una muchacha a la que amé hace la friolera de cuarenta años. “Veinte años no es nada”, cantaba Gardel, pero cuarenta son un poquito más y pese a todo, los recuerdos perduran en mi mente como si hubieran sucedido hace un soplo.
En la vida, no solo es importante rodar un buen film, sino también hacer un buen montaje, saber cortar las tomas erróneas, las secuencias fallidas, eliminar todo aquello que no deberíamos haber filmado, de esa manera cuando rebobinamos, podemos gozar de la película que puso haber sido y no fue. No es cuestión de auto engañarse ni de obviar los errores cometidos, pero ya que no podemos desandar el camino, quedémonos al menos con los buenos recuerdos, con las buenas personas, y arrojemos a la papelera del olvido todo aquello que un día nos hizo daño, todo aquello que se nos quedó en el tintero y que no supimos decir o vivir.
Hace unos días un pretérito imperfecto me estalló en la cara, unos tiempos de vino amargo y rosas con espinas se clavaron en mi pecho intentando abrir viejas heridas, mas preferí descorchar una botella de cava bien frío, y compartir con mi esposa unas rosas recién cortadas, dicen que todos los acontecimientos de nuestra vida están interrelacionados, y el dolor de aquel tiempo, me llevo, a buen seguro a conocer a la mujer que amo.
De pequeño me decían que Dios escribe derecho, con renglones torcidos, hoy más bien creo que a la larga acabamos cosechando el fruto de la simiente sembrada, pese a las tormentas, las sequía y la cizaña que nos envía la vida.

viernes, 16 de abril de 2010

APAGA Y VAMONOS

 

Cuando la reflexión íntima hace posible encontrarnos de frente con nuestras más solventes soledades, es fácil llegar a la conclusión de que demasiados actos de la vida son episodios de un permanente culebrón sobreactuado.
Demasiadas veces la convivencia y sus consecuencias nos convierten en diminutos actrices o actores, hámsters girando sobre una rueda sin fin, enjaulados por relaciones que lo único que aportan es más aceite para que esa rueda nos fuerce, con más agilidad y perversión, a insistir en la permanente fatiga del avance hacia la nada.
La mejor puerta de salida de esa jaula es la indiferencia, esa actitud que toma su mayor fuerza y dignidad cuando brota desde la indignación.
La indiferencia es el "apaga y vámonos" de la convivencia, el amianto que nos protege de los fuegos con los que otros quieren asar y condimentar nuestros sentimientos y de venires. Porque el amor y el odio, aunque sea desde extremos bien opuestos, siempre aproximan; porque lo único que definitivamente separa es la indiferencia.
Luchar contra lo que no interesa es una opción muy personal. Pero la lucha muchas veces provoca la contrarréplica, el uno frente al otro: la rueda de las malditas historias interminables.
La indiferencia es envolverse de la suficiente indignación para irse sin ruido, recuentos ni historia. Es el adiós de boca cerrada, aquella en la que, como dice el dicho popular, no entran moscas.

Angela Becerra

NO ENTIENDO

 

No entiendo que el PP defienda que una niña de 12 años pueda ir a la cárcel, pues la suponen responsable de sus actos, pero consideren que una mujer de 16 necesita permiso de sus padres para abortar.
No entiendo que la Comunidad de Madrid declare a las corridas de toros bien de interés cultural tras que los últimos meses numerosas personalidades de la cultura -Elvira Lindo, Rosa Montero, Millás, la Regás, Muñoz Molina, Bunbury, los Amaral...- se hayan declarado contra la mal llamada "fiesta" y peor llamada "nacional" dado que el 95% de los españoles nunca han visto una corrida. De toros.
No entiendo que si el Gobierno central intenta paralizar el plan de El Cabanyal sea la policía nacional, dependiente de ese mismo Gobierno, la que cargue brutalmente contra los vecinos que trataban de impedir el expolio.
No entiendo que Jaume Matas pague una fianza de tres millones de euros en efectivo y sin avales. Que acusado de un cargo de corrupción eluda la cárcel pagando con dinero obtenido mediante la misma corrupción. Y apuestos, no entiendo que Bárcenas siga siendo senador ni que Camps siga luciendo sus relojes.
Y lo que menos entiendo de todo es que en lugar de juzgar a quienes cometieron delitos en el fascismo se juzgue a la persona que ha intentado investigar esos delitos.
Así que la próxima vez que salga a un bar y me llegue una chica mona preguntándome aquello de "Pero tú entiendes o no entiendes" habré de responderle con cariacontecida expresión: No, no entiendo. No entiendo nada.

Lucia Etxebarria

lunes, 15 de febrero de 2010

El antídoto al cinismo


FRANCESC TORRALBA 15/02/2010



Desde que en 1983 el filó-sofo alemán Peter Sløter-dijk publicara la Crítica de la razón cínica han pasado ya más de 25 años y, sin embargo, su profundo análisis de cinismo postmoderno sigue gozando de una extraordinaria vigencia. Esta obra, junto con la Teoría de la acción comunicativa (1981), de Jürgen Habermas, y El principio de responsabilidad (1977), de Hans Jonas, es, con mucha probabilidad, uno de los ensayos filosóficos más sugerentes del último tercio del pasado siglo.

Los jóvenes están sedientos de causas por las que merezca la pena luchar. Tienen hambre de épica
En la obra, reeditada hace muy poco por Siruela, el polémico pensador distingue, con lucidez, el cinismo griego, cuyo máximo representante es Antístenes, del cinismo contemporáneo. En aquella escuela filosófica se adoraba al perro, se reivindicaba la vida natural, sin normas, ni convenciones, en plena harmonía con el Todo; se aspiraba a una existencia sobria, sin ornamentos, ni artificios; se anhelaba la autenticidad, lo cual nada tiene que ver con el cinismo difuso de la tan cacareada postmodernidad.

El cinismo postmoderno es una expresión del nihilismo. El cínico postmoderno ya no cree en nada, ni en la Patria, ni en la Revolución, ni en el Partido. Ha dejado de confiar en las grandes palabras. En su alma habita el más inquietante de los huéspedes: el nihilismo. Parte de la idea que todo lo sólido se desvanece en el aire, por lo cual, la lucha carece de sentido, como también la revolución.

El cínico es el último eslabón del criticismo, la consciencia desgraciada de la Ilustración, el gato escaldado por las ideologías. Como insinúa Peter Sløter-dijk, sólo se mueve por el instinto de autoconservación a corto plazo. Experimenta una cierta ternura frente al joven alternativo, al rebelde antiglobalización y al ecologista convencido; una suerte de piedad frente a los que sueñan que otro mundo es posible. Viene de vuelta de todo, pero, en el fondo le devora una melancolía que mantiene bajo control emocional. Es un conformista, lleva tatuada en su epidermis la mentalidad TINA (There is no alternative), pero aparenta creer en algo, da la impresión que tiene convicciones y, de hecho, sigue en el Partido, en la Iglesia o en la ONG de turno, pero sólo él sabe que ya no cree en nada más que en conservar su statu quo. El cinismo difuso es el gran mal a combatir, una especie de virus que campa a su aire por el mundo social y político.

El cínico se mira con indiferencia los avatares de la historia. No cree en el poder de la razón y experimenta pasivamente cómo se embrutecen las masas con los medios de comunicación audiovisual y cómo se atrofia la democracia. Sabe, en sus adentros, que el fracaso de la Ilustración que anunciaron los filósofos de la primera generación de la Escuela de Frank-furt, Theodor Adorno y Max Horkheimer, se ha hecho fatalmente realidad en la burbujeante sociedad postmoderna que, más que líquida -con perdón de Bauman-, parece pura gaseosa. Viendo cómo va el mundo desde el sofá de su casa, el cínico, víctima de una sobredosis de telebasura, se pregunta para qué ha servido la cultura de la crítica, la escuela de la sospecha, los grandes maestros pensadores.

Pregunté a mis alumnos cómo se detecta a un cínico; cómo curarse del cinismo, diagnosticarlo a tiempo y combatirlo. Me quedé gratamente sorprendido de sus respuestas. El cínico, por bueno que sea -decía uno-, es un texto camaleónico, que adopta la forma del contexto, un ser sin convicciones que manosea las grandes palabras para mantener su silla. Cuando uno contrasta su discurso público con su vida privada, aflora la incoherencia y el cínico aparece con luz meridiana.

El cinismo es una secreta forma de desesperación y de resentimiento contra toda forma de pensamiento alternativo. En la vida política está alcanzando tal magnitud que uno tiene que luchar firmemente contra su escepticismo para no tirar la toalla. Muchos jóvenes ya la han tirado. No se creen a los políticos cuando hablan y, sin embargo, están sedientos de referentes sociales, de arquetipos ejemplares, de razones por las que merezca la pena luchar. Tienen hambre de épica.

El cinismo genera desconfianza y desesperanza. Frente a él es necesario repetir una y otra vez que otro mundo es posible (y necesario). Contra el fatalismo histórico que anida en el alma del cínico, es esencial reivindicar el poder de la razón y de la participación, el principio esperanza del olvidado Ernst Bloch, la indignación frente al mal y las estructuras de injusticia que ahogan el mundo. Nos conviene recordar que toda realidad viene precedida por un sueño.

El cinismo es el fruto maduro del nihilismo finisecular. Friedrich Nietzsche lo predijo, pero no nos dio herramientas para liberarnos de él. Después del fracaso de las utopías, llegó el nihilismo y, con él, el cinismo. Pero, después del cinismo, ¿qué podemos esperar? Nadie lo sabe con certeza. Será necesario forjar nuevos horizontes de sentido, anclados en el conocimiento real del ser humano, pero con la memoria despierta, pues, de otro modo, podríamos tropezar, una vez más, con la misma piedra.



Francesc Torralba Roselló es director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull.

domingo, 10 de enero de 2010

LA VIDA EN IMÁGENES



A lo largo de nuestra vida, vamos tejiendo un tul de recuerdos, un halo en el que se proyectan vivencias, momentos culminantes que nos quedan grabados de manera indeleble por su trascendencia o por el impacto vital que nos provocan, pero hay otros pequeños instantes que permanecen en nuestra memoria de manera perenne sin saber exactamente el motivo.


Guardamos recuerdos de nuestra más tierna infancia, flashes en blanco y negro que se conservan como fotografías en el álbum de la vida sin saber porque estos y no otros fueron los elegidos. Todos hemos pasado por algún momento crucial en el que nos afirmamos que estamos soñando, que esto no puede sucedernos a nosotros, momentos en que nuestra consciencia se niega a asimilar y se defiende intentado guardarlos en archivo de las quimeras.


Otras veces, queremos grabar un instante para la posteridad, pero a los pocos días, se desvanece como un dibujo sobre la arena de la vida. ¿Cómo funciona el mecanismo de selección en nuestro cerebro? nadie lo sabe, pero se supone que un sistema de autodefensa se encarga de seleccionar los recuerdos que deben perdurar y los que deben ser eliminados de nuestro archivo vital, siempre en función de nuestro carácter y de las circunstancias en que nos acontecen.


Es muy importante memorizar instantes irrepetibles, paisajes idílicos donde refugiarnos en los tiempos difíciles. Palacios de la memoria en los que acogernos cuando la realidad se hace demasiado dura y necesitamos respirar el aire fresco de aquellos momentos mágicos en que por un capricho, la vida se nos brindó en cueros.


Conforme vamos avanzando por el camino, al volver la vista atrás, la película de la vida se nos muestra en todo su metraje. Saber hacer el montaje correcto es fundamental para que el resultado merezca ser conservado por encima del tiempo y que su visión nos reconforte para llegar a la meta con la mirada limpia y el corazón despejado.

JUANMAROMO

jueves, 7 de enero de 2010

LA SOBERBIA DE LA IGNORANCIA



En mi rebelde juventud creía tener la respuesta a todos los enigmas, la ciencia era capaz de explicarlo todo y por eso buscaba misterios inexistentes, buceaba en El triangulo de Las Bermudas o imaginaba los orígenes extraterrestres del Matchu pichu para escapar de una realidad tan monótona y anodina. Todo fenómeno era explicable científicamente, y el que no, lo seria en las próximas décadas, dios era una palabra de cuatro letras y el futuro era sinónimo de ciencia ficción, la verdad era mi verdad y no había otra.
Pasaron los años y aprendí el arte la duda. Conocí el amor con mayúsculas, participé en el misterio de la maternidad, y comprendí que la física y la química no le explican todo, que el destino es como un camino trazado, pero que podemos abrir nuevas sendas para bien o para mal. La muerte empezó a ser una dama conocida, odiada al principio, pero que me enseñó el otro lado de la luna y poco a poco se hizo una compañera inseparable. Me hizo entender que es la vida, y no ella, quien nos arrebata para siempre a los seres queridos, y que jamás seremos capaces de entender lo que verdaderamente es importante, el tiempo, el amor o la propia existencia.
Aprendí que el sol puede cegar y la luna iluminar el cielo, recuperé el don de la maravilla que tenia de niño, y volví a enmudecer ante un cielo estrellado, ante un árbol centenario o ante los ojos inmensos de un recién nacido. Entendí que tan solo era un grano en las infinitas playas del cosmos, pero que a la vez esa era mi grandeza, que yo formaba parte de dios y que dios era mi propia esencia.
Dejé se buscar explicaciones y me centré en sentir, aceptar, y gozar todo aquello que la vida me daba, el placer, el dolor, el amor y la misma existencia, adquirí la flexibilidad del junco sin perder la templanza del roble y asumí que la ternura, el cariño, la compasión y la comprensión son los auténticos motores que mueven al mundo, que todo lo demás lo único que hace es ponerle obstáculos e impedir nuestro camino a la perfección.
La vida empieza a despertar de nuevo tras el solsticio de invierno, y el ciclo vital comienza a vislumbrarse entre las nieves. Hoy sé que lo poco que he aprendido en los libros no es lo importante, que la zarpa de mi inteligencia, apenas ha sido capaz de arañar la corteza de la sabiduría y que lo que en verdad trasciende es lo que me arde en el pecho y acelera mi corazón. Hoy he sentido que la corriente de la vida me llevará a buen puerto siempre y cuando no pretenda luchar contra ella, ni intentar ir más deprisa, la madre mar me espera con los brazos abiertos a final de mi cauce.
Juanmaromo

lunes, 21 de diciembre de 2009

CARTA ABIERTA A UN AMIGO





Soy una persona optimista y bien pensada, ingenua según algunos, pero siempre he preferido ser víctima antes que verdugo. Te conocí hace unos años, y enseguida confié en ti, te cedí mi hombro, escuche tus penas, enjugué tus lágrimas.
A pesar de que otros amigos me habían advertido, no quise creerles, no podía dar crédito a lo que de ti decían, y prefería ignorarlos, no podía creer que tras esas confidencias pudiera estar escondida la traición y la inquina. Incluso cuando me dabas algún disgusto, prefería pensar que era un mal entendido, que no querías hacerlo, que quizás era culpa mía, pero tarde o temprano la evidencia nos arranca la venda de los ojos.
Hoy sé que me has utilizado, que me has mentido, que has jugado conmigo de la manera más ruin, y lo que es peor, que todo lo que me habían contado sobre ti y no quería creerme, era cierto. He tenido que ver pruebas fehacientes, he tenido que meter el dedo en la llaga para convencerme de que he sido un muñeco en tus manos, como antes lo fueron otros.
Pero ¿sabes que te digo? que no me duele por mí mismo, debes estar muy mal para hacer el mal que estás haciendo, para romper la capa de cristal de bohemia que te he brindado en lugar de brindar con ella. No te guardo rencor, porque tu estas mucho peor, yo tengo amigos y tengo amor que me ayudarán a pasar el mal trago, pero tú cada vez estás más solo y más hundido. Espero que un día te des cuenta del mal que has hecho y del mal que te has hecho.
Siento en el alma no poder quedarme en ese bote que has agujereado con tus mentiras y con tus intrigas, pero ya no puedo hacer nada por ti, apenas rezar para que encuentres algo o alguien que te rescate del naufragio.
Atentamente tu amigo que lo fue.
JUANMNAROMO

martes, 1 de diciembre de 2009

DERECHOS Y OBLIGACIONES



Leo en la prensa un titular que dice que los jóvenes españoles universitarios cuando salen de la carrera no son ni mil euristas. De nuevo esta sociedad empeñada en pedir, pedir, pedir, cuando no tiene en cuenta que lo que uno quiere no le interesa absolutamente a nadie.

El tener una carrera universitaria no quiere decir, quede claro, que el puesto de trabajo esté asegurado, pues el trabajo, depende de la demanda. Sencillo y real. No es un derecho, es una obligación, otra cosa es que lleve parejo derechos, y en Europa, ya no hablemos de España, parece ser un derecho sagrado. No voy a entrar en mi obsesión con los sindicatos que me pierdo……
El hacer una carrera universitaria moldea el cerebro, estructura el pensamiento, garantiza una capacidad de esfuerzo, te especializa, pero poco más. De nuevo, la persona, como siempre es clave. De hecho grandes empresarios no tienen carrera y gente con carrera son unos auténticos ineptos.
Lo grave del titular es la mentalidad de subsidio que tiene la sociedad. Reclamamos, reclamamos y reclamamos sin tener en cuenta lo que podemos aportar. No saldremos del círculo vicioso del Estado del bienestar sin una educación de base tendente al esfuerzo y a la renuncia, vertebrado en la familia, no el individuo y sin ponerse por montera los principios naturales. Me mojo, los principios cristianos. Tampoco voy a entrar ahora en lo de vacaciones de invierno en vez de Navidad o vacaciones de primavera en vez de Semana Santa para no herir sensibilidades, por otro lado, muestra de la falta de respeto que algunos tienen por la cultura, la historia y la tradición.
Toda formación académica es buena, pero solo depende de la persona el saber utilizarla, pues por sí sola no otorga ningún derecho. Pero es que no tenemos claro que es Derecho y que Obligación. A los derechos nos apuntamos rápidamente, a las obligaciones, se apuntan muy pocos. La vertebración de la sociedad en el individuo, absolutamente libre y sin renunciar a nada, nos lleva a este escenario de pesimismo deprimente, falto de compromiso y vacío. Esta mentalidad es la causa, entre otras, de esta crisis, que depura los que solo piensan en los derechos y fortalece a los que piensan más en las obligaciones. Entonces, bienvenida sea ¡!!!!!


lunes, 31 de agosto de 2009

ELOGIO DE LA MUJER BRAVA

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.


A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran "no más usted me avisa y yo le abro las piernas", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

Vamos hombres, por esas mujeres bravas!!!!!!!!!!!!!

HECTOR ABAD.

martes, 21 de julio de 2009

LA LLAMA DE LA VIDA

Cuando nacemos, a todos se nos entrega una vela encendida, es la llama de la vida. A veces esa llama se extingue nada más prendida, otras crepita durante un tiempo, e inesperadamente se apaga. En ocasiones se nos cae de las manos por una imprudencia, o puede que alguien nos la quiebre por accidente, otras se va consumiendo a través de los años iluminando a los que nos rodean hasta languidecer tras haber agotado toda su cera.

La vela de Fran era joven y fuerte y lucía una intensa y luminosa flama, pero hace un año empezó a chispear. Durante meses, se intentó desesperadamente mantenerla viva. Según parece, su mecha estaba rota y no podía seguir luciendo, alguien a quien Dios proteja para siempre, le dejo parte de la suya, y renació las esperanza, pero no conseguimos empalmar los cabos y la vela dejó de arder.

Fran, hijo mío, sé que aunque tu cirio se haya apagado, ahora brillas por ti mismo, que desde tu nueva casa, más hermosa aún que aquella que no estrenaste, nos proteges y nos consuelas. A pesar de tu mecha todavía humeante tú amor nos acompañará para siempre.

Gracias por habernos dado lo mejor de ti mismo y por haberte adelantado para abrirnos camino entre las tinieblas. Tarde a temprano nos reuniremos todos a ese lado de la puerta, donde no hacen falta ya velas, porque la luz es apacible y eterna.

JUANMAROMO


miércoles, 15 de julio de 2009

ARTÍCULO DE FE

ARTÍCULO DE FE

Escrito por: transbadal el 14 Jul 2009 - URL Permanente

Hace siglos que dejé de ser un “hombre de fe” al uso. Los años, las injusticias y sobre todo el ejemplo de quienes deberían dar ejemplo me alejaron del camino de hierro marcado en mi adolescencia, pero siempre conservé en mi interior una llama que me ilumina y me protege del frio, la certeza de que no estamos solos en el universo y que tras pasar al otal otro lado, entraremos en un mundo nuevo y mejor.

En estos momentos, estamos atravesando un túnel de amargura, un ave negra planea sobre nuestras cabezas como un mal presagio , amenazando con lanzarse sobre nosotros y arrebatarnos a un ser querido en plena juventud. Ha sido un año de lucha desesperada, de esperanzas maltrechas y de ilusiones abortadas, meses de sufrimiento, de luces y de sombras, y ahora nos dicen que llega el invierno.

Pero esa llama me dice que la noche se acaba, que la salida del túnel se vislumbra en la sombra. Cuando todo está en contra, cuando ya nadie espera, mantengo encendida la luz de la esperanza.

No sé si eso es fe o es tan solo un engaño, un placebo que tomo para seguir viviendo. Puede que mañana ya no esté entre nosotros, pero de lo que estoy seguro hasta la médula, hasta esa misma médula que quiere matarle, que de una manera o de otra, muy pronto acabará de sufrir y se abrirá para él un nuevo futuro, una nueva vida donde nada ni nadie podrá ya hacerle daño.

JUANAMAROMO

martes, 14 de julio de 2009

HISTORIAS DE LA VIDA PUTA V


No puedo decir que fuéramos a buscar al nuevo hijo, pero últimamente habíamos relajado al mínimo las medidas de seguridad, con lo cual la noticia no fue una sorpresa.
Tras la primera impresión, empezamos a sopesar los problemas que acarrearía, y a buscar las posibles soluciones. Como ya he comentado, teníamos un piso pequeño. Sesenta y cinco metros estaban bien para tres, pero ahora, Silvia debería compartir la habitación con su hermano o hermana. De momento era suficiente para los dos, pero en función del sexo y más tarde de la edad, seguro que tendríamos problemas..
Por aquel entonces, los permisos de maternidad eran nominales. Gloria decidió pedir una excedencia de un año sin sueldo  para poder dedicarse a criar al recién llegado, no queríamos llevarlo a la guardería con tres meses, hicimos números, prescindimos de todo lo prescindible, y nos lanzamos a la aventura.
Fue una niña preciosa, Diana, una niña dulce, amorosa y tierna. Montamos su cunita en la habitación de Silvia y así se hacían compañía. Gloria se dedicó en cuerpo y alma a ellas, me consta que fue una de las mejores épocas de su vida. 
Pasamos el año con un solo sueldo, pero como no teníamos letras ni gastos superfluos, pudimos mantener nuestra filosofía de vida, buena alimentación, y sobre todo un ambiente de amor y concordia para formar la personalidad de nuestras hijas. La biblioteca se iba enriqueciendo con los mejores clásicos y las más avanzadas obras de consulta, y la música, clásica, rock o folk no dejaba de sonar en nuestra casa.
Pronto hubo que cambiar el mobiliario de niñas, un mueble nido con una cama extensible, sirvió para tener a las pequeñas juntas en la misma habitación, justo al lado de la nuestra.
Ni que decir tiene que las mañanas del Domingo, eran la juerga continua, Silvia venia a nuetra cama a primera hora, y aquello se transformaba en un circo. Saltos cabriolas gritos peleas…Yo era más niño que ella y disfrutaba como un loco jugando como un crío. 
No teníamos lujos, había que controlar férreamente el gasto, pero éramos felices, el hogar era nuestro refugio, el nido donde nuestras hijas crecían en un ambiente rodeado de amor y buen humor. Pasaron los años, y las niñas fueron creciendo. Nuestro viejo Seat 127 llegó a cumplir 15 años, pero nos llevaba a la playa en verano y al campo en invierno. Yo salía cada día de casa a las 6.15, y a Gloria le tocaba la dura faena de levantar, arreglar , llevarlas al colegio y poder llegar a la hora al trabajo a la hora, un trabajo agotador cuando los hijos se ponen enfermos, o sencillamente entran en ese periodo de rebeldía en el que todo les está mal y no les gusta nada de lo que les pones. 
Por suerte el colegio estaba muy cerca de casa, un centro del ayuntamiento (siempre apoyamos la enseñanza pública), que por aquellos años funcionaba a la perfección, y donde aprendieron a relacionarse con todo tipo de niños y conocer de cerca la realidad de la vida. No fue un camino de rosas, pero sí de margaritas silvestres, de charcos enfangados, y de verdes praderas, de días a veces tormentosos y a veces soleados. Siempre procuramos que aprendieran que el esfuerzo es imprescindible para caminar, que el respeto es la base de las relaciones humanas, y que el dinero es solo un medio que no lo compra todo. 
Y de pronto, llegó la adolescencia….


lunes, 29 de junio de 2009

HISTORIAS DE LA VIDA PUTA I





Últimamente se escuchan lamentos de jóvenes quejándose del "trabajo basura", de su dependencia de los padres y de la imposibilidad de acceder a una vivienda digna... ¡como si esto fuera una novedad!.

Los principios siempre han sido duros y como muestra os voy relatar cómo era la vida de un joven medio en los años sesenta.
En mi adolescencia, si no eras un “hijo de papá”, tu vida laboral empezaba a los 14 años, entrabas a trabajar de aprendiz en un taller o de meritorio en una oficina, y te pasabas dos años casi sin cobrar y aguantando cabronadas con la escusa de que estabas aprendiendo un oficio.
En realidad no aprendías nada, y matabas el día limpiando piezas o trayendo cafecitos y archivando facturas, ocho horas de hastío aguantando bromas y putadas, soñando con que sonara la campana.



Si querías estudiar, te buscabas una “jornada intensiva”, de 7 a 15 horas, comías en una fiambrera lo que te había puesto mamá, y a las 4 tenias la primera clase, jornada de estudio hasta las 9 de la noche y si querías disponer de un duro extra para el “finde”, te buscabas una horita de clase a domicilio, con lo cual, llegabas a casa pasadas las 11, cenabas deprisa y corriendo y echabas una ojeada a los libros, máximo una hora, porque a las 6, sonaba el despertador.
Los sábados se trabajaba por la mañana, y por la tarde tenias que ponerte a estudiar si querías aprobar algo en JUNIO. El Domingo, si tenias suerte y había algún guateque a la vista, podías pegarte un calentón bailando agarrao con alguna moza , o en su defecto inflarte de cubatas por la cara. Luego llegabas a casa más quemao que el cenicero de un bingo, cena relámpago, y la pajilla de rigor para desalojar el exceso de testosterona generado en el baile.


Lo poco que cobrarbas, lo entregabas íntegramente a casa, y tus padres te daban unos dinerillos para tus gastos que no te llegaban ni para pagar la entrada de una disco. Dejo aparcado el tema, que seguiré desarrollando en próximos capítulos. La vida siempre ha sido dura, pero lamentarse tumbado en la cama, nunca ha servido para nada.

(Continuará)





HISTORIAS DE LA VIDA PUTA II



Laboralmente no eras nadie hasta que terminabas el servicio militar, lo más normal era trabajar sin ningún tipo de contrato, te apuntaban a la seguridad social, y a los tres meses te daban de baja. Si continuabas estudiando y trabajabas en una oficina, tenías el techo por los suelos, auxiliar administrativo con un sueldo de miseria y nulas posibilidades de promoción, nadie apostaba por un estudiante que en cuanto terminara la carrera levantaría el vuelo.
Si lo tuyo era aprender un oficio, a partir de los 18 años, empezabas a ejercer de “oficial” , te encomendaban trabajillos sencillos y el sueldo te daba para tus gastillos y para ayudar a la familia, normalmente tu sueño era establecerte por tu cuenta y montar tu propio negocio.
Salvo que tocaras en algún grupo o fueras Dj, tu vida sexual era bastante jodida. Guateque o discoteca el fin de semana, con el calentón correspondiente, si tenias una novieta, las cosas mejoraban ligeramente, magreos en el sofá de una disco, besos de tornillo en un rincón apartado o una tarde “en la fila de los mancos” de un cine de barrio y era a lo máximo que podías aspirar si no tenias coche. Luego tu madre tenia que lavar las sabanas cada dia.
Pero de eso hablaremos en otro momento.



HISTORIAS DE LA VIDA PUTA III


Pasaban los años, y llegaba la hora de cumplir el servicio militar, 18 meses secuestrado casi sin permisos y desde luego sin un duro.
Perdías el trabajo y dejabas los estudios en el dique seco a no ser que quisieras estar tres veranos haciendo “la milicias universitarias”. Borracheras, amigos para siempre que desaparecían para siempre en cuanto salías licenciado de la jaula.


Continuabas trabajando y estudiando, si tenías novia formal gastabas menos que Tarzán en zapatillas, todo el dinero era para ahorrarlo e intentar buscar un piso financiado por “la Caixa” o una vivienda de protección oficial, aunque lo más normal era recurrir al alquiler. La familia y los amigos te iban pasando muebles viejos, con lo cual poco a poco montabas tu nido.

Por aquel entonces, las mujeres se incorporaban masivamente al mercado de trabajo. Una vez terminados los estudios, con un trabajo explotador y a base de prescindir de lo imprescindible podías comprar un coche de segunda mano, una boda sencillita y a veces un piso compartido con otra pareja para poder repartir los gastos, incluso en casa de los padres si había sitio.

Las vacaciones, quince días escasos, al pueblo. Nada de hoteles, viajes o cruceros. Al restaurante solo íbamos en fiestas sonadas, lo típico era hacer pic-nic en los parques o salir a comer al campo o a la playa.
Con todo ello, y a base de trabajar tres y cuatro horas extras diarias a precio de saldo sábados incluidos, reunías un dinerillo y los más osados, se embarcaban en una hipoteca al 14% de interés que te cubría escasamente el 70% del valor de tasación del piso, y desde luego previo aval de los padres.

Luego había que pintarlo, hacer la cocina, el baño, porque los pisos de entonces te los daban semi acabados y como no te quedaba dinero para pintores ni carpinteros, lo más normal era recurrir a amigos y familiares para poder adecentar el nido y poder empezar una nueva vida. Desde luego nada de parking, el coche en la calle y con una barra antirrobo en el volante.

Despues vendrían los hijos. pero eso sí que ya lo dejo para otra saga y para otro momento. Eran tiempos duros, sin lujos, pero con una enorme ilusión y espíritu de lucha, había optimismo y fe en el mañana , porque cuando se parte de cero, cualquier logro es una conquista y con veintipocos años todo nos parecia al alcance de la mano.



HISTORIAS DE LA VIDA PUTA IV

Y luego llegaron los hijos, hijos queridos, hijos deseados. Éramos muy jóvenes, jugábamos con ellos, disfrutábamos se sus risas y de sus gracias, pero había que trabajar. El permiso de maternidad apenas existía, a las pocas semana había que dejar al bebe. Si tenias suerte con la abuela y si no, en una guardería.

Trabajando ambos era casi imposible encontrar una municipal, y las privadas te costaban la mitad del sueldo, para colmo, la crisis del petróleo en 1.974, elevó la inflación hasta un 18% y el paro se extendió como una epidemia. Yo no estaba asegurado, cada vez que había que llevar a la niña a urgencias por algún aumento desmesurado de fiebre, temía que me la rechazaran por no estar al corriente del pago. Entonces seguía trabajando los Sábados hasta el medio día, me levantaba a las 6 A.M. y no regresaba hasta pasadas las 8 de la noche, eso si, siempre procuramos a costa de lo que fuera, reunirnos para comer juntos, aunque tuviéramos que caminar 5 km .

Trabajábamos lejos de casa y comíamos en el SEU, en bares de comidas o restaurantes , si queríamos comer medianamente bien gastábamos otra buena parte del sueldo, los pañales de la niña eran carísimos, la ropa y el calzado aumentaba de precio día a día, pero nada importaba, éramos jóvenes, había amor , compromiso , y teníamos toda la vida por delante.

Un Piso de alquiler pequeño pero luminoso, fue nuestro nido. A base de no fumar, y de prescindir de otros lujos, fuimos formando una biblioteca y una discoteca para educar a nuestros hijos en las artes y en la cultura. En casa siempre sonaba la música, bien sinfónica, folk o rock, sus notas se mezclaban con nuestras risas y juegos. Era una casa pequeña, pero era nuestro hogar y la muralla que nos protegía del miedo a la crisis, al paro y a no llegar a fin de mes. La niña fue creciendo en años y en belleza, y un día, Gloria me tomó de las manos y mirándome a los ojos me dijo - ¡Creo que estoy embarazada! …