miércoles, 23 de marzo de 2011

"No matan los seísmos, sino la corrupción del constructor"

Foto: Bertrand Guay


Altruismo realista

Shigeru encarna la sabia mezcla de ética y pragmatismo que caracteriza al ethos nipón. Por eso cree que su país también saldrá reforzado de esta catástrofe. Con serenidad, pero nunca con dejadez. Shigeru renuncia a la lágrima y la queja, y planea cómo reconstruir las ciudades para frenar futuros tsunamis. Y sabe de qué habla, porque ha ejercido su arquitectura en Kobe, Turquía, India, Sri Lanka, China, Italia o Haití; pero también en proyectos de grandeur como el centro Pompidou-Metz. Con altruismo realista: le pregunto por qué no construir edificios con energías alternativas. "Sería bonito -responde-, pero los promotores las rechazan porque encarecen el presupuesto un 20 por ciento".

Ustedes los medios de comunicación han exagerado burdamente la situación de Japón.

Nos llegaban imágenes dramáticas.

Pero el tono no reflejaba la realidad de la relativa tranquilidad con que se vivía en la mayor parte de Japón. Por eso, mis amigos europeos me llamaban ofreciéndome sus casas para que pudiera “huir” de Tokio. Deberían ustedes estar más atentos a mostrar la realidad con exactitud...

... Tomo nota.

Eso no ha ayudado en absoluto a Japón ni a su economía, aunque le aseguro que reconstruiremos y volveremos a prosperar pronto.

Pero todavía hay una alarma nuclear.

Veamos: el Gobierno japonés evacuó a 30.000 personas alrededor de la central de Fukushima como medida de precaución...

Eso creo.

... Pues bien, la radiación allí era inferior a la que usted se expone en un vuelo Tokio-Nueva York, por ejemplo. Y muy inferior a la que se sufre al hacerse una radiografía.

También los media hemos alabado la disciplina y temple de los japoneses.

Simplemente estamos acostumbrados a los terremotos. Es nuestra historia. La única diferencia en esta ocasión ha sido la mayor intensidad y la amenaza de la radiactividad.

¿Qué ha aprendido usted como arquitecto de esta catástrofe?

Lo que ya sabía. Que no matan los seísmos, sino la corrupción del constructor o el propietario o el arquitecto o las autoridades. En Japón, los edificios construidos después de 1981 han resistido bien el terremoto. Y también resistieron muy bien el de Kobe.

¿Cómo consiguen construir tan sólido?

Nuestra arquitectura tiene una larga tradición antisísmica y hemos trabajado las estructuras de regresión. Cuando se cumple la normativa, los edificios aguantan, pero hay otros casos en que no se cumple. Entonces muere gente y no sólo en Japón.

Por ejemplo.

Un caso reciente en Nueva Zelanda...

Un país considerado muy honrado.

Pero hubo un edificio en el que el propietario logró ahorrarse la inversión necesaria contra terremotos gracias a turbios manejos políticos. La construcción acabó derrumbándose por un seísmo y causó víctimas.

Además de sismógrafos, deberíamos tener corruptógrafos.

Algo parecido sucedió en el edificio de una escuela china en la que murieron decenas de niños al derrumbarse durante el último terremoto. Y no son catástrofes naturales. Son crímenes cuyos culpables son los políticos y funcionarios que aceptan mordidas.

Pero este tsunami ha sido excepcional.

Las defensas antitsunami eran de 10 metros de altura, pero fueron superadas por el maremoto. Y las alarmas también se revelaron ineficaces, porque tan sólo transcurrieron nueve minutos entre el seísmo y el tsunami.

¿No deberían dejar esa área de su costa despoblada y construir tierra adentro?

Lo que haremos es reconstruir la ciudad teniendo en cuenta las lecciones del tsunami.

¿Cuáles son?

Planeamos construir edificios pantalla de gran altura en primera línea antitsunami que protegerán a las demás construcciones y cuyas terrazas servirán, además, de refugio cuando se produzca una alarma.

Parece buena idea.

Sólo le veo el inconveniente de su impacto paisajístico, pero tal vez se pueda suavizar. Lo importante es que ahora reaccionemos y planifiquemos. Y por cierto, en Turquía, donde trabajé tras el último terremoto, deberían tomar nota también de que cada nuevo seísmo se produce más al oeste, más cerca de Estambul. Y no les veo prevenirlo...

¿Por qué se especializó también en arquitectura humanitaria para refugiados?

Estuve en Ruanda durante la masacre y lo primero que experimenté al ver tanta desgracia fue la íntima necesidad de ser útil. Por eso lamenté no ser médico, pero ya era demasiado mayor para estudiar medicina, así que pensé que allí sólo podía ser de ayuda como arquitecto y replanteé mi carrera.

¿Cómo?

Me di cuenta de que el trabajo de los arquitectos es hacer visible el poder silencioso de los millonarios y los políticos. Convertimos su prepotencia en algo material, que se puede exhibir ante el pueblo. Construimos los escaparates de la soberbia de los poderosos: sus edificios y monumentos.

Y a veces de su mal gusto.

¡Pero yo también quería poner mi talento al servicio de quienes no tienen nada!

¿Qué le han enseñado?

Que el hecho de ser pobre y haber sufrido una catástrofe no les hace menos exigentes que los poderosos y millonarios.

¿Criticaban su obra humanitaria?

Sí, los propios refugiados que la habitaban, y me enseñaron mucho con su crítica.

Pues ya no se fue sin cobrar.

Pero no me malinterprete: esa arquitectura de crisis sólo es una manera de equilibrar mi dedicación a glorificar a los dueños del dinero y del poder, un trabajo que también estoy encantado de seguir haciendo.

¿Qué es lo primero que hace cuando llega a una catástrofe humanitaria?

Tomar distancia: no emocionarme. Debo ser como un cirujano que olvida sus sentimientos para concentrarse en la técnica quirúrgica. Yo me concentro igual en un campo de refugiados que en el proyecto de mayor presupuesto de mi carrera.

La crisis provoca temores que se sustentan más en los prejuicios que en los datos reales

La inmigración, la violencia de género, la mendicidad, la inseguridad y hasta criminalidad, alimentan la prevención y las falsas creencias

No es extraño oír, mientras uno degusta tranquilamente un café, a algún cliente del bar lanzar frases categóricas asegurando que no hay país que soporte tanta inmigración como la que hay en España, una inmigración que, además, está provocando el debilitamiento del Estado de bienestar por el uso excesivo de los servicios sociales. Y tampoco sería extraño que arremetiera contra la ley de Violencia de Género, por facilitar a la mujer el instrumento que le faltaba para machacar al hombre al dotarlas de la posibilidad de denunciar falsamente al compañero, o que justifique que un empresario no quiera contratar a mujeres, porque estas faltan mucho más al trabajo que los hombres... Sin embargo, ninguna de estas aseveraciones se justifica con los datos en la mano. Y sin embargo, circulan por ahí de boca en boca alimentando los prejuicios contra una parte de la ciudadanía.

"No es una cuestión de datos, es sencillamente, que mucha gente prefiere no saber cuál es la realidad sobre algo para poder mantener ese razonamiento. Es lo que llamamos ignorancia activa, no querer conocer un hecho para evitar cambiar. El conocimiento obliga a modificar los hábitos, exige siempre un cambio", explica el doctor en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona, Josep Espluga, quien reconoce que la crisis ayuda a que estos mensajes se difundan con mayor agilidad, ante la necesidad de algunos de buscar responsables. Aunque niega que el número de adeptos a estas falsedades vaya en aumento. "No, lo que ocurre es que hay más espacios en los que se oyen".

Espluga sostiene que, en muchas ocasiones, la gente que extiende los prejuicios contra otros desconoce los datos reales que invalidan su razonamiento de manera "voluntaria". "Si tú sabes que los inmigrantes van menos a la consulta del médico, es decir, no tienen la culpa de que la visita se retrase, tus argumentos responsabilizándoles de lo mal que va la sanidad se desmoronan, lo que te obliga a adaptarte a la situación y entender que quizá los que entraron antes que tú precisaron de más tiempo por una cuestión grave. Por eso, hay algunas personas que prefieren seguir creyendo en falsedades que, además, difunden a los cuatro vientos. El miedo está detrás de estas actuaciones".

Y el miedo y el inmovilismo en tiempos de crisis son factores que frenan las iniciativas e "impiden convertir las dificultades en oportunidades" como señala en un blog Antoni Garrell, ingeniero industrial especializado en gestión e innovación.

Según el sociólogo Marc Grau, para quien la difusión de máximas fabricadas con datos falsos se explican en la mayoría de los casos por el miedo, "en la sociedad actual se producen muchos cambios, y eso provoca inseguridad. El cambio suscita miedo y buscas un responsable". Más aún, si encima la sociedad se ve sumida en la crisis. Y pone el ejemplo de los prejuicios contra los inmigrantes que normalmente parten de personas con escasa cualificación y que ven peligrar su puesto de trabajo. No sólo se les responsabiliza del aumento del paro sino también de la reducción de la economía sumergida, cuando en realidad esta ha crecido con la crisis. Estos miedos les llevan a asegurar que los extranjeros "ocupan" las calles (el número de personas sin hogar no ha crecido, según las oenegés que les atienden), mientras colapsan los servicios sanitarios (diversos estudios aseguran que acuden menos a la consulta y se realizan menos pruebas médicas, entre otras cosas por su juventud).

O los que se sienten amenaza-dos por los avances de la mujer al considerar que eso merma sus derechos, por lo que arremeten contra ella tergiversando los datos, como que más del 30% de las denuncias por maltrato son falsas. De nada sirve que el Consejo General del Poder Judicial realizara un minucioso estudio en el que sólo detectó en el primer semestre del 2010 tres sentencias relativas a denuncias falsas de un total de 23.762 fallos dictados en las audiencias provinciales.

¿Qué hacer para contrarrestar estas creencias falsas? El sociólogo Josep Espluga cree que los medios de comunicación deben esforzarse en difundir datos objetivos, porque estos servirán de referencia para modificar la argumentación del otro. Algo que en pocas ocasiones se produce, matiza Grau, mientras recuerda la máxima de Descartes de que todo el mundo cree estar en posesión de la verdad. "Pero la información veraz debe ser la referencia", insiste Espluga.

Como explicaba la semana pasada en Barcelona David Altheide, profesor de la Universidad Estatal de Arizona, la propia dinámica de los medios - empresas que buscan su rentabilidad-dificulta que la información llegue de manera adecuada. Altheide, que lleva 30 años estudiando la difusión de noticias sobre delincuencia, alertó que la mayor presencia de estas en los medios - sobre todo en TV-crea la percepción de que la inseguridad crece, aunque realmente ha disminuido. La tasa de criminalidad en España fue en el 2010 de 45,1 delitos y faltas por mil habitantes y es una de las más bajas de Europa.

martes, 22 de marzo de 2011

EL MIEDO QUE ME APLASTA



Tengo miedo de correr los visillos
de subir la persiana
de abrir las ventanas.
Tengo miedo de la luz que me ciega
del ruido que me atruena
del día que me acecha.

Tengo miedo de verme en los cristales
y no reconocerme
de que me mires y veas a un extraño
a un hombre derrotado
vencido y humillado.

Tengo miedo de perder el rumbo
de soltar las riendas
de arriar las velas
de mantenerme al pairo de la vida
tumbado en la cubierta.

de renunciar al futuro y al pasado
y de arrojar el ancla
de pudrirme en la cueva tenebrosa
del miedo que me aplasta.

JUANMAROMO

LOS OTROS



El 26 de abril de 1986, durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento de potencia en un reactor de la central nuclear de Chernóbil provocó la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. La cantidad de materiales radioactivos que se liberaron fue unas 500 veces mayor que los liberados por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945.
Dos empleados de la planta murieron esa misma noche y 31 en los 3 meses siguientes. En total, 600.000 personas recibieron dosis de radiación por los trabajos de descontaminación posteriores al accidente. Entre esos trabajos estaba el de varios helicópteros que, durante 14 días consecutivos, vertieron 5.000 toneladas de distintos materiales sobre los restos del reactor.
Evidentemente, estas maniobras requerían que los helicópteros se posicionaran directamente sobre el núcleo que emitía niveles de radiación extremos. En uno de esos helicópteros iba Anatoly Grishchenko, quien realizó más de 40 vuelos sobre Chernóbil. En cada viaje se exponía a una dosis letal de radiación, y él lo sabía. Murió de leucemia, unos meses después en un hospital de Seattle.
Como él, 600 tripulantes de la aviación soviética entregaron su vida para evitar que los niños que ustedes ven en las fotos no fueran miles y miles. Y es que gracias a su trabajo se consiguió evitar una segunda explosión que podría haber dejado inhabitable a toda Europa.
En Fukushima, los vuelos con helicóptero ya han empezado. Y no sólo eso, actualmente hay unos 50 trabajadores  -denominados “liquidadores”- dentro de la central intentando  controlar el desastre. Estas 50 personas saben que van a morir y en cambio ahí les tienen, intentando salvar millones de vidas.
Hoy quería acordarme de esos otros de los que nunca nos acordamos. De esos otros que, aun sabiendo que van a morir, deciden olvidar su propia individualidad y se dedican a luchar por nuestras vidas.
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P.D.: Lo más triste de todo es que, ahora, viendo la situación de Japón uno se pregunta si la vida de aquellas personas que murieron en Chernóbil ha servido para algo.  Y es que siempre habrá un terremoto, una negligencia, un tornado, un accidente… ¿Por qué no paramos en su momento?
Sí, quizás hoy en día no haya una alternativa viable a la energía atómica, o quizás no haya interesado buscarla, o quizás haya demasiados intereses por medio… les invito a leer esto:  Wikileaks desvela la corrupción en la energía nuclear.
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La foto la he tomado prestada de aquí

Terceraopinion.net

lunes, 21 de marzo de 2011

¿QUE ES POESIA?



¿Qué es poesía me preguntas…? 
Poesía puede ser ese clavo ardiente al que nos asimos para no caer en la desesperación, puede ser la ventana por donde vislumbramos ocasos y amaneceres, tormentas y estertores. Cada poema es un parto largo y doloroso que a veces acaba en aborto. Cuando el poeta escribe el primer verso, el poema toma vida, escapa de su control, y le convierte en un médium mediante el cual la poesía se encarna y cobra vida.
Al igual que los hijos, nuestros versos no nos pertenecen, crecen y evolucionan en el corazón de los lectores y cada uno de ellos los ama de un modo distinto, el propio autor, a veces reniega de su obra o no la reconoce como suya, la poesía es vida y como tal, volátil e imprevisible.
Un poema debe ser un aldabonazo en el corazón de quien lo lee, una sacudida que remueva los cimientos del alma, que nos robe el aliento por un instante. La poesía es algo sublime, es la etérea belleza, el sentimiento encerrado entre palabras que pugna por escapar de su celda.
Cualquiera pude escribir versos, los libros están repletos de versos, pero la poesía es la esencia de la vida, el grial que buscamos los poetas y raramente encontramos, porque la poesía está por todas partes, en los ojos de un niño, en el surco de una lágrima, en la profunda mirada de la mujer, pero levanta el vuelo cual rauda mariposa cuando intentamos capturarla, y si logramos cazarla en nuestra red, dejará de ser poesía viva, para convertirse en un trofeo clavado en una cuartilla.
Dejemos que la poesía siga libre, gocémosla en la mujer embarazada, en el llanto primigenio del recién nacido, en la mirada perdida del anciano, dejemos que salte de corazón en corazón, que libe lo mejor de cada alma, porque solo así podremos disfrutar de su belleza, y sentir como de vez en cuando, se posa sobre nuestro rostro y nos besa dulcemente los ojos.


"Caminamos hacia una sociedad de enfermos"

Javier Peteiro, doctor en Medicina y bioquímico

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

Foto: Kim Manresa
Sentido común
Lo más estimulante para un entrevistador es encontrar gente que piense por sí misma, que cuestione, que nos regale material sobre el que pensar... Peteiro reivindica el papel de la ciencia como búsqueda de conocimiento y descree de esa moda de dar a todo acto humano una explicación hormonal. Nos recuerda la importancia de la relación médico- paciente por encima de los protocolos, y nos advierte de la tendencia a medicalizarlo todo. Le entristece el ombliguismo de muchos hospitales, esa idea de que si algo no se cura aquí, no se cura en ningún sitio: ¿Hay que relacionarse con otros hospitales del mundo¿. De todo ello ha hablado en la Biblioteca del Camp Freudià de Barcelona.
¿El cientificismo es la nueva fe atea?
Vamos hacia ahí. Todo empezó con el código genético y la transformación de la materia viva, que nos llevó a creer que una vez que tenemos un gen y sabemos lo que hace podremos corregirlo.

¿Falso?
En el ADN no hay una relación causa-efecto como se creía hace años; las partes influyen en el todo y el todo en las partes. Su complejidad es fabulosa, y mantener frente a eso un reduccionismo ingenuo es absurdo; por ejemplo, cuando nos dicen que se ha descubierto el gen de la homosexualidad.

O el gen de Dios.
Una cosa es divulgar ciencia y otra, ciencia y creencia. Decir que nos enamoramos porque la dopamina sube es una estupidez. Enamorarse es más complejo que un subidón de dopamina. Afirmarlo es una tontería con consecuencias trágicas porque se asume, por ejemplo, que la depresión es una carencia de determinados neurotransmisores cuando eso es una mera hipótesis.

Entiendo.
Entonces a la gente le recetan antidepresivos para dar y tomar, cuando su eficacia es altamente dudosa.

Tranquiliza saber que no todas nuestras decisiones las toman las hormonas.
Parece que si pudiéramos medir los niveles de dopamina, serotonina y vasopresina, podríamos saber si una persona va a tener una estabilidad de pareja determinada.

Pero hay un correlato.
Una cosa es que, a la vez que uno vive, haya cambios en los neurotransmisores y las hormonas, y otra, ver ahí la clave de todo, un reduccionismo molecular de lo propiamente humano que es ingenuo y dañino.

En EE.UU. ya se hacen entrevistas de trabajo con parámetros de este tipo.
La obsesión por medirlo todo conduce a los test psicométricos, y recientemente, al análisis de imagen cerebral. Ya ha habido casos en juicios en los que se han presentado mapas de imagen cerebral para esgrimir que la persona no ha sido responsable de sus actos o al revés. Hay una tendencia a biologizar.

Hay genes que se han asociado a un comportamiento violento.
Sí, y es muy peligroso, si yo tengo unos genes de riesgo físico o psíquico, nadie me va a contratar. Además, son teorías que años después se desmontan, como vimos con la de los cromosomas XYY de los asesinos.

¿Cuál es el problema de la medicina?
Ha avanzado mucho en técnica, sobre todo diagnóstica. El poder de la imagen es extraordinario, pero la relación médico-paciente no puede ser sustituida por una robotización. Y hay algo que puede ser nefasto.

Cuénteme.
Caminamos hacia una medicina por protocolos y hacia una sociedad de enfermos, porque lo que antes era normal –ahora siguiendo el esquema de salud que auspició la OMS–, ha pasado a ser enfermedad. Según ese esquema, nadie está sano: un adolescente por ser adolescente, una persona mayor, por ser mayor; algo absurdo.


Es decir, lo estamos medicalizando todo. Si no estamos enfermos, estamos en riesgo de estarlo, con lo cual hay que tratar ese riesgo, sea el colesterol, el azúcar, la tensión, el sol, o lo que sea. Vivimos en un mundo en el que parece que sea casi milagroso que vivamos, ¿y eso qué lo favorece?

El negocio.
Evidentemente, hay un peso de las farmacéuticas, pero también la medicina está dirigida por las grandes empresas diagnósticas, de imagen, de análisis, que son necesarias, pero hay asociado a ese carácter técnico una obsesión por cuantificarlo todo.

¿A qué se refiere?
No es que un niño tenga un carácter u otro, hay que hacer test. Si te encuentras en plena forma, no importa, hay que medir el colesterol, y si está por debajo de una cifra –que cada vez ponen más baja–, hay que tomar un medicamento de por vida.

¿Qué ocurre con la investigación?
Antes los científicos buscaban conocer, ¿pero qué es hoy en día un científico?... Un profesional de la ciencia, lo que significa vivir de eso, es decir, publicar o patentar, ser un productor, no un buscador.

No apartarte del camino.
No se premia la originalidad, los proyectos son memorias finales, pero sin los resultados. Para que un proyecto se financie tiene que ser realizable, pero eso no es ciencia.

La ciencia es partir de una incógnita.
Sí. Hemos pasado de la investigación revolucionaria, como fue la de Einstein, que buscaba el conocimiento por el conocimiento –y precisamente por no buscar nada a veces encontraban grandes cosas–, a una investigación de tipo incremental, es decir, paso a paso, publicación tras publicación.

¿Ahora hay menos sabiduría?
Sabe más un científico actual de lo que sabía Aristóteles, pero no es más sabio.

¿Qué ha aprendido humanamente en el ejercicio de su profesión?
He visto que cada vez la gente importa menos, con la apariencia de que importamos. Vivimos un higienismo estúpido, ahora los fumadores son como leprosos a la vez que coexisten con el botellón, que está destruyendo y enajenando a la juventud, de manera que es cómoda para este sistema básicamente mercantil. Esencialmente, he visto el desprecio a la persona, al ser humano.
 

viernes, 18 de marzo de 2011

QUEBRADA LA GARGANTA



Tengo quebrada la garganta de gritar silencios,
de enmudecer gritos,
de acallar bramidos de impotencia,
de tragar bilis,
de morderme la lengua hasta sangrar aullidos.

Tengo ciegos los ojos de mirar la noche,
la tiniebla del no querer ver la nada
de esconder la cabeza y apretar el culo
en mi negra covacha.


 Saco la testuz de mi escondite
y veo le estepa despoblada del vacio,
las huellas del "sálvese quien pueda"
en feroz estampida.

¿A dónde huir cuando no hay barrotes,
cuando la cárcel abarca el infinito
 de tu propia conciencia?
¿cuando tú mismo forjas las cadenas
y cierras los grilletes?

Tengo quebrada la garganta de tragar veneno,
el vitriolo de mi propia rabia,
mas presiento que ya amanece el día,
que brama la tormenta,
que arrojaré mis zafias vestiduras
y desnudo de cuerpo y de palabra
me sumiré en el geiser
de la nueva consciencia
donde no habrá bozales que me acallen
ni bridas que me amarren
ni miedos que me aplasten.

Juanmaromo

LA MENTIRA QUE VIVIMOS

 
Emma Riverola Escritora
  Se encuentra en el fondo de una caja donde se amontonan fotos desteñidas, cromos arrugados, cartas, postales y posavasos amarillentos. En la oscuridad, sigue luciendo los mismos colores brillantes. Un sol rojo sobre un fondo amarillo y una amplia y simpática sonrisa. ¿Nucleares? No, gracias, clama el lema que lo rodea. Y lo grita con la misma fuerza que cuando la chapa se prendía en las chaquetas de pana y las camisetas de los años 80. Esos días en que todo parecía posible. Con los años, la chapa pasó de las solapas al fondo de la caja de las utopías. Y ahí quedó desterrada, junto con la gorra del Che y un poema de Neruda. Durante este tiempo nos quisieron convencer, o lo consiguieron, de que la energía nuclear era la alternativa. Inacabable, frente a la carestía del petróleo. Barata, frente a lo costoso de las energías renovables. Y se garantizaba que la tecnología había conseguido dotarla de su tercera y definitiva virtud: la seguridad. Definitivamente, la chapa parecía haber encontrado su sitio. Una quimera más para el olvido. Otra equivocación.

Pero la realidad, a veces, encuentra caminos terribles para hacerse oír. Hoy, Japón nos obliga a reflexionar y, quizá, a rebuscar en la caja olvidada. Desde allí, Neruda revela: «Ay la mentira que vivimos fue el pan nuestro de cada día. Señores del siglo veintiuno, es necesario que se sepa lo que nosotros no supimos…»

jueves, 17 de marzo de 2011

HÉROES



 "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos". Esta frase Acuñada por Churchill cobra en estos días la magnitud de una epopeya. Cincuenta hombres están quemando sus vidas para salvar la de miles de personas, cincuenta hombres luchan contra la desesperación y el infortunio en medio del infierno. Estos Kamikaze, son los que me devuelven la fe en el ser humano, personas capaces de entregarlo todo por el bien de su pueblo, y en este caso, por el bien de la humanidad. No buscan medallas, ni ascensos, son conscientes que de ellos depende la suerte de su país y no dudan en mantenerse en su puesto aunque ello les suponga la enfermedad o la muerte.
El heroísmo de estos hombres es de un enorme valor simbólico, no se juegan la vida en un momento de locura o desesperación, lo hacen en plena lucidez y sabiendo que quizás las secuelas de sus actos les acompañen durante el resto de su vida.
Cuando veo a los especuladores enriqueciéndose con la ruina , maquinando en la bolsa a costa de un pueblo que sufre la peor de sus tragedias mientras la población da un ejemplo de civismo y solidaridad, no puedo por menos que vomitar mi asco por todos ellos.
Los auténticos héroes no son los que mueren matando si no los que salvan vidas aun a riesgo de la suya. Cuando termine esta pesadilla, la humanidad tendría que  levantar un monumento a este puñado de hombres que pasarán a la historia como un ejemplo de lo que debería ser nuestra sociedad y nuestro mundo.
 Ruego a quien pueda escucharme, que les proteja y les guie el resto de sus vidas, mi corazón, mi admiración y mi agradecimiento siempre estarán con ellos.

JUANMAROMO

NUCLEARES, UN DEBATE REALISTA


Tras el desastre nuclear en Japón, se han levantado multitud de voces airadas exigiendo el cierre de las nucleares, es una reacción lógica pero el tema es mucho más complicado de lo que parece.

En la actualidad solo hay tres fuentes de energía eléctrica que sean rentables y de producción constante, la térmica de carbón, la producida por el petróleo y la nuclear.
Las centrales térmicas son altamente contaminantes y están subvencionadas por la UE ya que su producción no es rentable económicamente, las centrales movidas a base de los derivados de petróleo, siempre expuestas a los avatares sociopolíticos y a los especuladores, además de la continua amenaza del agotamiento de las reservas, y por último la energía nuclear, en teoría la más rentable a largo plazo porque el uranio es relativamente abundante y no hay una dependencia de países conflictivos.
La energía hidráulica es puramente reguladora de flujos, la eólica es todavía muy cara y debe ser subvencionada por los estados para ser operativa, y la solar que además de cara es de una producción limitada.
Si los esfuerzos que se han hecho los últimos cinco años, se hubieran realizado hace veinticinco, a estas alturas el 80% de la producción podría generarse por energias renovables, pero por desgracia, no ha sido el caso, se calcula que se tardarán más de veinte años en conseguir una producción energética constante y rentable mediante la centrales eólicas o solares, ¿Qué hacemos mientras tanto?
Si queremos eliminar las centrales nucleares, la única solución realista es consumir de menos todo lo que estas producen, es decir más de 15% de la energía, ¿es posible hacerlo? y lo más importante, ¿estamos dispuestos a hacerlo?.
Se sabe que con una política energética adecuada, podríamos ahorrar en cada hogar más del 20% pero pese a los intentos de mentalización y las subidas de los precios, el consumo de los particulares continúa en ascenso.
La sustitución del alumbrado público y su adecuación supondrían también un ahorro importante, pero pocos ayuntamientos están en condiciones de asumir el coste que supone una renovación del parque luminario, de hecho, la bajada de intensidad de la iluminación en las calles a ocasionado protestas ciudadanas.
Solo una toma de postura seria y comprometida por parte de toda la sociedad nos permitirá eliminar la centrales nucleares, un cambio de mentalidad que suponga un ahorro global de un 20% del consumo. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?.
Cada vez que los ayuntamientos intentan imponer medidas para impedir la invasión de las ciudades por el automóvil, en previsión de la contaminación ambiental y el colapso circulatorio, se enfrentan con la oposición ciudadana, y dado que quien vota manda (en algunos casos) no se atreven a ponerlas en práctica o las retiran a poco de anunciarlas.


Pedir el cierre de las nucleares sin estar dispuestos a apagar las pantallas de 42 pulgadas, a limitar el uso del aire acondicionado, a controlar los teléfonos móviles y ordenadores, a  reducir la calefacción y a utilizar solamente el transporte público, es patalear sobre arenas movedizas. La solución es posible pero hay que tomar unas medidas drásticas que quizás no estemos dispuestos a admitir.
JUANMAROMO

miércoles, 16 de marzo de 2011

MADRE NUESTRA



Madre nuestra que en un acto de amor
 pariste el universo,
 amada y respetada  sea tu obra
hágase tu voluntad
en la tierra, en los mares y en los cielos.

El pan nuestro de cada día
dánosle hoy a todos y para todos
y perdona nuestras agresiones
 nuestras ofensas
nuestros desprecios
así como nosotros deberíamos perdonar
a los hermanos que nos hieren.

Enséñanos a amar a tus hijos
 los animales, los vegetales, las piedras
a todos aquellos con que compartimos
 tu casa tu amor y tus cuidados.

 No nos dejes caer
en la soberbia y en la ignorancia
de creernos por encima de tus leyes
y líbranos del mal, de nuestro propio mal
 Amen.

Juanmaromo

PURGAMOS COMO INDIVUDUOS LOS PECADOS QUE COMETEMOS COMO ESPECIE



En los últimos tiempos, se están desarrollando enfermedades que hasta hace unos años eran anecdóticas. Conforme erradicamos plagas como el cólera, la peste o la viruela, aparecen otras aún más virulentas si cabe. El sida, el cáncer, la leucemia se han disparado en los últimos años de tal manera que uno de cada seis habitantes del mundo occidental contraerá en algún momento alguna de estas afecciones.

Hasta el siglo pasado, a pesar del elevado indice de mortalidad, los niños que superaban la adolescencia, tenían casi asegurada una juventud sana si lograban esquivar la tuberculosis y algunas formas virulentas de gripe. Con la llegada de los antibióticos, las plagas bacterianas fueron prácticamente erradicadas de la sociedad moderna, la vacunas, la higiene y la alimentación hicieron descender drásticamente la mortalidad infantil, pero de un tiermpo a esta parte, un nuevo tipo de peste se está cebando en nuestros jóvenes.


Dejando a parte el Sida, un síndrome muy controvertido y del que cada día se genera más discrepancia a nivel médico y científico, nos encontramos con que el índice de afectados por cánceres, leucemias o linfomas se ha multiplicado por diez en los últimos decenios.
¿A que se debe la eclosión tan disparatada de este tipo de afecciones?.
Está claro, y a pesar de que por razones obvias, nadie ha realizado un estudio científico a nivel mundial, que la explosión de Chernobyl, ocasióno una contaminación radioactiva de tal magnitud, que en los años posteriores, millones de personas residentes incluso a miles de Kilómetros de la URSS se vieron afectadas por la nube letal que llegó hasta el norte de Africa.

El uso intensivo y desproporcionado de electrodomésticos y terminales que generan microondas y radiaciónes en todo el espectro, como los teléfonos móviles, la wifi o los monitores informáticos, tiene mucho que ver en esa nueva plaga. Las señales procedentes de las antenas o de los cables de alta tensión, interactuan con el código genético de las células del organismo, pudiendo llegar a producir mutaciones que degenerarán en cancer o tumores malignos, así mismo atácan a la médula donde se generan las defensas del cuerpo, reprogramando sus códigos y generando leucemias y linfomas.


El uso incontrolado de transgénicos, pesticidas y piensos artificiales, así como la agricultura “de camara fria” y la ganaderia “estabularia”, nos han conducido a la paradoja de que la sociedad más obesa de la historia es la que está peor alimentada. Exceso de grasas, y carencia de oligoelementos, minerales y vitaminas naturales, contribuyen a bajar las defensas del organismo y hacernos más vulnerables a este tipo de ataques. Si completamos el cuadro con una sobredosis de stress, insatisfacción personal y carencias afectivas, tenemos todos los ingredientes para un cóctel emponzoñado del que todos bebemos a diario.


Purgamos como individuos los pecados que cometemos como especie, hemos envenenado el medio ambiente, destruido la capa de ozono y contaminado tierra, mar y aire. Los frutos de tal amarga cosecha, los estamos recolectando ahora, pero puede que nuestros hijos se lleven la peor parte.



JUANMAROMO

La mujer en la ventana

 
Emma Riverola 

El escritor israelí Amos Oz, al recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, habló de una mujer. No de una en concreto, sino de la imagen de una mujer asomada a una ventana. Podía ser una mujer palestina o israelí. Desde la calle solo se distinguiría un rostro, pero si nos acercáramos a ella a través de las páginas de una novela, podríamos pasar al salón de su casa, visitar el cuarto de los niños, su dormitorio; conocer sus penas, sus alegrías y hasta sus sueños. Oz reivindicaba el papel de la literatura como puente entre pueblos, la imaginación del prójimo como un modo de inmunizarse contra el fanatismo.

El hombre que la noche del viernes pasado penetró en el hogar de una familia de colonos judíos y asesinó a los padres y a tres de sus hijos mientras dormían no sabía nada de los sueños de aquellas personas. Solo conocía su propia rabia y, quizá, su miedo. Las imágenes de esos cuerpos ensangrentados, incluida la del bebé de tres meses apuñalado junto al padre, han sido difundidas por el Ministerio de Información israelí «para mostrar al mundo con qué tipo de animales están tratando». Pero esas fotografías no hacen más que profundizar en la oscuridad. Los israelís y los palestinos lo saben todo de su propio odio y terror, pero solo ven en el otro el reflejo de su crueldad. Mientras, la mujer en la ventana, sea quien sea su dios, suplica un sueño de paz para sus hijos.

martes, 15 de marzo de 2011

HIJA...



Hija, gota de rocío, flor de loto
ranita juguetona y cantarina
ruiseñor que despertaba la mañana
en el plácido estanque de la vida.

Hija, frágil capullo primigenio
que brotaste en el rosal de la ternura
y te abriste al abrigo de mi pecho
e iluminaste el jardín con tu hermosura

Hija de la luna y  los planetas
mujer de belleza turbadora
con la fuerza del mar entre tus venas,
con la luz de la aurora en tus pupilas

 Tienes el cósmico hechizo de las diosas
el empuje ancestral de las mareas,
el fuego redentor de Prometeo
y la furia de Eolo en tu melena.

que la montura no encorve tus espaldas
que el miedo no te emboque con sus bridas,
que la vida te sirva de pradera,
y que el cielo ilumine tu andadura.

Hija de un amor tan inmenso como el tiempo
que ese amor reverdezca en tu cintura.