martes, 2 de diciembre de 2008

CRISIS Y DEPRESIÓN


En estos últimos meses se han multiplicado los casos de depresión de una manera alarmante. A parte de los problemas comunes que hasta ahora nos empujaban hasta las garras de esta fiera sin alma ahora, se ha sumado una que amenaza con saturar los consultorios psiquiátricos como si fueran urgencias en una ola de gripe.

Tras casi un año de negar lo innegable, de hablar de “desaceleración del crecimiento”, de “freno en la creación de empleo”, al final han tenido que pronunciar la palabra “Crisis”, la palabra tabú.

Ya se ha hablado demasiado de las causas y los causantes. Hoy quisiera hablar sobre “los daños colaterales”, para seguir utilizando un lenguaje “políticamente correcto”. Hay dos colectivos que ante una posible deflación pueden salir indemnes o incluso favorecidos, los funcionarios y los pensionistas. A no ser que nos enfrentáramos a una hecatombe, estos colectivos seguirán percibiendo sus ingresos, si bien puede ser que se les congelen, la bajada de precios generalizada que supondría, podría incluso aumentar su poder adquisitivo.

Los grandes perjudicados en una crisis de esta magnitud son los asalariados que ven peligrar su puesto de trabajo, los pequeños empresarios los autónomos que pueden perder su patrimonio, y los pequeños inversores en bolsa, que han visto esfumarse en pocas semanas loa ahorros de años de esfuerzo. Si a esta circunstancia, le sumamos una hipoteca o una deuda por adquisición de maquinaria o medios de producción, el coctel explosivo está servido.

La espada de Damocles , ya parece un péndulo sobre vuestras cabezas, y vemos deshilarse la cuerda que la sostiene. El miedo, la inseguridad, la angustia, y por último, la depresión nos toman al asalto. ¿Cómo podremos salvar nuestra empresa?, ¿Cómo podremos mantener nuestra familia si perdemos el empleo?. La preocupación es un medio con el que afrontamos un problema e intentamos encontrar soluciones, pero cuando ese problema nos desborda y queda fuera de nuestro control, se genera esa sensación de impotencia y miedo que nos empuja al vacio.

Es la gran tragedia humana que genera lo peor de una crisis, las bolsas se recuperarán tarde o temprano, las empresas desaparecidas, serán sustituidas por otras nuevas, y los pisos vacios acabarán vendiéndose. Pero todos aquellos que quedaron tirados por el camino, serán enterrados en la fosa común del olvido, mientras los que de verdad gobiernan el mundo, comienzan de nuevo a inflar la burbuja.

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