jueves, 22 de enero de 2009

TIRO DE GRACIA

“¿No le interesa rectificar su declaración?” Le preguntó el soldado. “No, no tengo porque hacerlo”, respondió ella. “Mire, si miente puede que se salve” trató de convencerla. “No me interesan las mentiras”, replicó. “Pero la verdad es peligrosa, la podemos fusilar ahora mismo” casi suplicaba. “Fusíleme entonces, en aquel rincón, cerca de las raíces que parió mi árbol”, retó. “No sea terca mujer, esto sólo lo hacemos con gente que verdaderamente es culpable y usted no creo que lo sea”,”Pero si lo soy, digo la verdad y en este mundo no hay que hacerlo, no puedo falsificarme para que otros me acepten o me quieran, no puedo borrar las huellas de dolor de mi alma, las puedo superar pero no puedo fabricarme una infancia que no viví yo, por ejemplo.

Me siento peor que una judía y mi mayor pecado es haber anidado violencia en mi vientre a temprana edad, tengo un nombre tatuado en la frente producto de mi oficio, pero tengo uno mucho más doloroso que se llama "recuerdos" que he compartido con la gente equivocada, me ha juzgado, sentenciado y declarado culpable”. Respondió enojada.

“A la gente no le interesa compartir dolor señora, y usted tiene marcas. La gente quiere personas felices, contentas, que sepan sonreír, que no tengan pasado, es más fácil aceptar gloria que pena, es menos dañino acercarse a una mujer sin pasado, sin inteligencia, que tiene la palabra "virgen o libre de culpa.” Espetó el guardia. “Una recién nacida sería perfecta” respondió ella. “No se equivoque, alguien que ha, sufrido, se vuelve contagioso, bueno eso piensan muchos por eso le digo que mienta y salve su pellejo”, casi lloraba el hombre. “Entonces que busquen plantas, sí, vegetales, ellos talvez no tengan pasado, ni hayan tenido problemas, martirios, ni traumas.

Si va a fusilarme, hágalo ahora, más no me vende los ojos, quiero ver de frente a la cara a todos aquellos que me hicieron a un lado por creer que mi alma estaba tan torturada como para anidar conmigo, por miedo a contaminarse de vivencias no suyas. ¡Dispare ya!, pero sea certero, hágalo justo en medio del corazón, ese que me han destrozado sin miramientos aquellos que mintieron diciendo que eran mi alma gemela y al descubrir mi pasado, me enterraron viva en el olvido sin un adiós siquiera pero antes de apretar el gatillo recuerde esto: "El amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga". Y yo lo que siempre he buscado es poder caminar junto a una persona compartiendo nuestro propio silencio. Sabiendo que los dos tenemos la fuerza interna que necesitamos para ser uno”.

Caminó segura junto al árbol, todavía oyó el canto de los pájaros, sintió la bruma rozar su cara, el aliento de su verdugo. El soldado cayó de rodillas junto a ella, ofreció disculpas por no poder fusilarla y se dio un tiro.


Lina Zerón


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